Hablar con adolescentes o chicos precoces hostiles no siempre funciona. En Filadelfia muchos de estos humanos en proceso de formación están tan estigmatizados que es un pensamiento generalizado que tarde o temprano serán tragados por el sistema judicial.
Usan lenguaje inapropiado, codifican su forma de vestir a la que los mass media diseñan para “los malos” y no son pocos los que enganchados en las drogas y carentes de supervisión familiar materializan el vaticinio social y reciben antes de los 15 años su primera reseña policial.
En la manada hay chicos blancos y latinos también, pero los que llevan la marca más visible son los afroamericanos y las apuestas en las mesas de la conciencia de la ciudad sus estadísticas los tornan en una predicción fácil.
En la mayoría de los historietas donde nacieron los héroes y villanos que han llegado a la pantalla grande, el personaje del periodista juega un papel recurrente. John Jonah Jameson II, propietario, editor y director ejecutivo del Daily Bugle, odia al Hombre Araña. Perry White, el editor jefe del Daily Planet de Metrópolis, mira en Clark Kent a un torpe y admira a Superman. Y Phil Sheldon, un es trascendental en la llegada de los “Prodigios” seres de increíble poder que hacen que el protagonista se sienta pequeño.
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El héroe del diálogo
Recientemente pudimos leer un material de opinión escrito por el destacado periodista Kerith Gabriel, el editor en jefe Phillyweekly, quien algunas noches a la semana trabaja como cuidador de un parque.
Bajo el título “Teen Whisperer”, narró un encuentro prolijo de obscenidades y tonos desafiantes que tuvo con un cuarteto de adolescentes a quienes les avisó que a las 10:00 pm cerraría la puerta del parque donde estaban reunidos.
Nadie sabe con exactitud cuál es el personaje de superhéroe que desarrolla, pero hay certeza de que pertenece a un grupo de voluntarios que cuidan en East Kensington un patio de recreo y cancha de baloncesto que hace aproximadamente un año recibió una mejora de 1,2 millones de dólares.
Cuatro muchachos estaban en el parque en la soledad invernal de la noche cuando se aproximaba la hora de cierre. Kerith Gabriel informó a los presentes que cerraría la puesta y “el infierno se desató”.
Sin ánimos de pelear y haciendo uso de la corrosiva palabra “policía”, logró un espacio suficiente para hacerse entender…
La palabra necesaria
“Chicos escuchen, no voy a llamar a la policía. Pero tal vez ayude a explicar por qué hago esto. Antes de que este parque estuviera limpio había agujas por todas partes, gente meando y ca… por todas partes. Era asqueroso. Ahora que tenemos un nuevo parque, mi meta y la meta de mucha gente es mantenerlo de la misma manera que lo ves ahora. Tengo un niño de 3 años y otro de 1 año que vienen aquí casi todos los días. Hago esto por ellos. Son las 10:15, hombre. Estoy cansado y necesito volver a casa con esos niños”.
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Se levantaron de las mesas, tomaron sus cosas y se fueron.
Kerith Gabriel podría ser periodista y superhéroe a la vez, no lo sabemos, pero usó el diálogo.
“No siempre funciona, pero no lo sabes si no lo intentas… primero”, dijo.