Desde que llegó a Estados Unidos hace tres años, el artista cubano que se identificó como Vizcaíno, vive con miedo. Evita los lugares concurridos y sale poco de casa por temor a un encuentro con la policía migratoria, con redadas, que pueda devolverlo a la isla que abandonó en 2022.
Vizcaíno, de 54 años, emigró tras la suspensión de un proyecto cultural por decisión del gobierno cubano. En Cuba, dice, había escasez de alimentos y medicamentos, apagones diarios y una emigración sin precedentes. “Hago menos de todo porque vivo en pánico. Pienso en los arrestos todo el tiempo”, afirma a la AFP.
El estrés tiene su origen en cambios administrativos y prácticas migratorias más rígidas que han reducido el privilegio histórico de los cubanos en EE.UU. La Ley de Ajuste Cubano (1966) permite solicitar la residencia tras cumplir un año y un día desde la entrada legal al país. Sin embargo, muchos que alcanzaron la frontera sur entre 2022 y 2025 fueron admitidos con un documento temporal, el i-220A, que no es reconocido como prueba de entrada legal para obtener la residencia.
“Las vías especiales de las que han disfrutado los cubanos desde la Guerra Fría se han ido erosionando lentamente”, afirma Michael J. Bustamante, profesor asociado de Historia en la Universidad de Miami. Ese limbo legal dejó a cientos de miles bajo la amenaza de detención y deportación.
El fenómeno se acentuó con la administración de Donald Trump, que tras regresar al poder en enero prometió aumentar las deportaciones. Reportes locales indican que en 2025 el ICE detuvo de media unos 500 cubanos en situación irregular cada mes, frente a cerca de 150 en 2024. Abogados con trayectoria en Miami, como Wilfredo Allen, dicen no haber visto antes detenciones sistemáticas de personas con i-220A cuando acudían a citas en cortes migratorias.
El cambio no es sólo atribuible a una administración; el i-220A se emitió abundantemente durante la presidencia de Joe Biden (2021-2025) y la política “pies secos, pies mojados” fue eliminada en 2017. Aun así, las detenciones recientes han endurecido la realidad para muchos recién llegados.
Aunque Cuba aceptó a cuentagotas repatriados en 2025, 863 según cifras oficiales, EE.UU. también ha comenzado a expulsar cubanos a terceros países como México. Para Vizcaíno, regresar no es opción: “Si soy ilegal, ¿por qué me dieron ayuda económica y un número de seguridad social cuando entré?”, pregunta, y añade que volver sería enfrentar cárcel.
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La combinación de incertidumbre legal, redadas más frecuentes y el fin paulatino de privilegios históricos plantea un dilema para la comunidad cubana en EE.UU.; adaptarse a nuevas reglas o arriesgarse a un limbo que puede terminar en deportación. Organizaciones y abogados piden claridad en las políticas y mejores garantías procesales para evitar detenciones arbitrarias y proteger a solicitantes de asilo.