La acumulación de los gases de efecto invernadero en la atmósfera ha alcanzado niveles nunca vistos. Ni la pandemia ni los planes de lucha contra el cambio climático vigentes han tenido un impacto determinante.
Estos niveles solo se pueden comparar con una concentración de dióxido de carbono (CO₂) similar a la que había hace tres y cinco millones de años, según Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Esta agencia internacional ha presentado este lunes su boletín sobre la evolución de los tres principales gases que contribuyen a incrementar el efecto invernadero de la tierra: el mencionado CO₂, el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O).
La principal conclusión es que, a pesar del parón de la actividad en el planeta por la pandemia, la presencia de los tres en la atmósfera se incrementó en 2020. Este 2021 no parece que vaya a ser una excepción en la tendencia de crecimiento continuo que se registra desde la Revolución Industrial, cuando el ser humano empezó a usar de forma masiva los combustibles fósiles que mayoritariamente liberan esos gases.
En el caso del CO₂, alrededor de la mitad de las emisiones de las actividades del ser humano se acumulan en la atmósfera. La otra mitad las atrapan los sumideros naturales: los bosques y los océanos principalmente. Pero la Organización Meteorológica Mundial ha lanzado una seria advertencia: estos ecosistemas pueden perder eficacia en el futuro debido a los fenómenos extremos vinculados al cambio climático o al incremento de los incendios forestales.
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La OMM analiza muy de cerca el caso de la Amazonía. Se resalta que una parte de esta región ha pasado de ser un sumidero a una fuente de emisiones de carbono. Si el problema con los sumideros terrestres y marítimos se acentúa con la pérdida de su capacidad de absorción del dióxido de carbono, las cosas se pondrían todavía más complicadas para cumplir el Acuerdo de París.
La concentración de CO₂ en la atmósfera alcanzó en 2020 las 413,2 partes por millón (ppm). Esto supone un 48,6% más que en los niveles preindustriales ―en 1750 la concentración era de 278 ppm—. Este gas es el principal responsable del cambio climático y contribuye en aproximadamente un 66% al calentamiento. La tendencia ha continuado durante 2021; el pasado julio se registró en el observatorio de Mauna Loa, en Hawái, 416,96 ppm, frente a las 414,62 ppm de julio de 2020.
Por otra parte, el óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero que además agota la capa de ozono, las concentraciones en la atmósfera llegaron el pasado año a las 333,2 partes por mil millones (ppb), un 23% más que en los niveles preindustriales.
El tercero de los gases que analiza la OMM es el metano, cuya presencia en la atmósfera alcanzó en 2020 las 1.889 partes por mil millones (ppb), lo que supone un 162% más que antes de la Revolución Industrial.