Desde que era una niña, Ana Paola Rincones Urbina, oriunda de Porlamar, estado Nueva Esparta en Venezuela, decidió que sería músico toda su vida. Hoy la flautista margariteña relata cómo se embarcó en un capítulo completamente nuevo de su carrera musical como marine estadounidense.
La Cabo Rincones Urbina aprendió a tocar el instrumento de viento en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela y llegó a ganar el Premio Pepsi Music 2017 al Mejor Álbum Clásico.
Nacida y criada en la isla de Margarita, Ana Paola nunca pensó en unirse a la Marina de los Estados Unidos. Esta venezolana de 33 años, descubrió la belleza de la música a los 9 años y desde entonces, la flauta ha sido más que un simple instrumento; para ella es una forma de expresión, una manera de comunicar sus emociones y sentimientos.
“¿Yo? ¿Unirme al Cuerpo de Marines?”, se preguntó en 2018, algunos meses después de arribar a Estados Unidos, cuando buscaba algún trabajo disponible en el mundo de la música. La venezolana había acudido a una cita con reclutadores del Programa de Opción de Alistamiento para Músicos de los marines estadounidenses.
#PendletonPresents🗣
U.S. Marine Corps Cpl. Ana Paola Rincones, a native of Porlamar, Venezuela, and a flautist with 1st Marine Division Band, poses with her flute in front of the 1st Marine Corps Division band headquarters at MCB Camp Pendleton, California. pic.twitter.com/i2zZs4Fydd— Camp Pendleton (@MCIWPendletonCA) November 3, 2023
“No estaba segura de dónde me metía, pero había algo que realmente sabía que quería hacer, que era desafiarme a mí misma, aprender por mí misma”, dijo Rincones en una entrevista publicada en la página web del Cuerpo de Marines de Estados Unidos.
“Sabía desde el principio que sería mucha sangre, sudor y lágrimas, pero quería devolver algo al país que nos abrió las puertas a mi marido y a mí. Somos muy afortunados de estar aquí”, dijo la venezolana para quien la música había sido su refugio cuando era niña, su escape al sentirse diferente.
“Cuando estaba en la escuela, nunca me sentí parte de mi comunidad porque éramos hijos de inmigrantes colombianos. En aquella época, así nos veían. Los colombianos no éramos demasiado aceptados”, afirma.
Aprendió a tocar la flauta en el Sistema de Orquestas Juvenil e Infantil de Venezuela en la isla de Margarita, un programa social de música que ofrecía a los niños la oportunidad de aprender música de forma gratuita.

Entonces decidió que sería músico toda su vida. Obtuvo una licenciatura en Interpretación Musical por la Universidad Nacional de las Artes y un máster en Interpretación Musical por la Universidad Simón Bolívar en Caracas.
Entre 2000 y 2014, su talento la llevó a tocar en importantes escenarios fuera de Venezuela. También compartió su pasión con futuras generaciones de músicos, enseñando en las Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela y el Conservatorio de Música Simón Bolívar. Fue también directora asociada de la Asociación Nacional de Flautistas de Venezuela y colaboró como flautista y flautinista de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar.
El talento de la joven flautista se extendió a la producción musical con su primer álbum, Elegante Guajira vol.1, un homenaje a sus raíces colombianas. Con el que ganó el Premio Pepsi Music 2017 al Mejor Álbum Clásico.
Unida a la diáspora
Las penurias la obligaron en 2017 a marcharse de Venezuela. “Nadie estaba a salvo de ser golpeado, robado o algo peor. Sentía que vivía dos vidas diferentes, la de la música y la personal”, recuerda la cabo Rincones sobre ese año de protestas y escasez de alimentos.
Primero se fue a Colombia, la tierra natal de sus padres, después a Los Angeles, California, Estados Unidos, donde se reencontró en 2018 con su esposo y se embarcó en un capítulo totalmente nuevo de su carrera musical como marine estadounidense.

“Huí de Venezuela con mi marido. Social, económica y políticamente, estaba muy mal”/ comenta. “Fue una decisión difícil dejar a nuestra familia, nuestras tradiciones y nuestra idiosincrasia, teniendo en cuenta el tiempo, la energía y el esfuerzo que dedicamos a nosotros mismos y a nuestras carreras”.
Ana Paola Rincones Urbina no sólo debió aprender un nuevo idioma y reaprender varias asignaturas; también tuvo que ponerse en forma para superar las pruebas de aptitud física del Cuerpo de Marines.
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“Sentí una llamada. Me sentí alineada con los valores que da esta organización. Y sí, realmente quería sentir ese sentimiento de pertenencia y orgullo de llevar el uniforme” sostiene la venezolana que en octubre de 2021 se convirtió en ciudadana estadounidense.
Hoy, la venezolana es integrante de la Banda de la 1ª División de Marines, en Camp Pendleton, California, donde presta servicio como instrumentista de flauta.
“Comparto conexiones. Comparto música. Comparto conocimientos. Siempre voy con el corazón abierto a todos y cada uno de los marines de mi unidad. Siempre quiero ser un apoyo, porque eso es lo que aprendí con la música”, dice la flautista que ha sido distinguida con varios premios en la fuerza de infantería de marina más grande del mundo.