Aunque ligeramente fuera de plazo, Estados Unidos evitó este sábado 21 de diciembre una parálisis del gobierno federal que habría enviado a cientos de miles de funcionarios a sus casas sin paga para las fiestas de Navidad.
Poniendo fin a una secuencia tumultuosa de varios días en la que se implicaron Donald Trump y Elon Musk, el Congreso adoptó con amplio margen una ley que asegura la financiación del Estado federal hasta mediados de marzo.
El texto prevé más de 100.000 millones de dólares de ayuda para regiones estadounidenses recientemente castigadas por catástrofes naturales.
“Es un buen resultado para Estados Unidos y para los estadounidenses”, celebró el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
El proyecto de ley aprobado previamente en la Cámara de Representantes no fue votado en el Senado hasta poco después de la hora límite, fijada a medianoche.
Sin embargo, la oficina de la Casa Blanca encargada de decretar el estado de “shutdown” (cierre del gobierno) no lo hizo finalmente ante la inminencia del voto en la Cámara Alta.
Una parálisis presupuestaria hubiera significado despedir a unos 875.000 trabajadores públicos y hacer que 1,4 millones de empleados más dejaran de cobrar sus sueldos.
También se hubieran congelado ayudas sociales o cerrado algunos jardines de infancia, todas ellas consecuencias muy impopulares, especialmente antes de Navidad.
Demócratas y republicanos pensaban el martes 17 de diciembre haber evitado la parálisis cuando el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, anunció que ambas partes habían alcanzado un consenso para una ley presupuestaria.
Musk y Trump interfieren
Pero el espíritu navideño no duró mucho: Elon Musk y el presidente electo Donald Trump dinamitaron el acuerdo al día siguiente.
“Maten el proyecto de ley”, escribió el hombre más rico del mundo en su red social X, denunciando un nivel de gasto que en su opinión llevaría el país a la “bancarrota”.
El jefe de SpaceX y Tesla, convertido en aliado de Trump, fue secundado horas después por el presidente electo, que fustigó un texto como “ridículo y extraordinariamente costoso”.
Su oposición generó que los responsables del acuerdo negociado por ambas bancadas volvieran a empezar de cero.
Esto dejó entrever que el regreso de Trump a la Casa Blanca, incluso antes de su investidura el 20 de enero, no estará lejos del estilo adoptado en su primer mandato, que generó cierto caos.
La influencia del hombre más rico del mundo sobre Trump es blanco de las críticas demócratas, que señalan cómo un ciudadano no elegido puede ejercer tanto poder.
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En el bando republicano también hay voces de desacuerdo. “La última vez que lo comprobé, Elon Musk no tenía voto en el Congreso”, dijo a CNN el republicano Rich McCormick, congresista por Georgia en la Cámara de Representantes.
Como principal responsable de las negociaciones, el presidente de la Cámara Baja, Mike Johnson, recibía presiones demócratas para regresar al texto previamente negociado y también de ciertos conservadores que pedían recortes presupuestarios para compensar las nuevas ayudas.