A Recep Tayyip Erdogan poco le importan las sanciones que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, en sus siglas en inglés) haya impuesto a funcionario de su gobierno y menos la amenaza del propio Trump de destruir la economía de Turquía.
Al Jefe de Estado con base en Ankara solo le importa hacerse de una posición geopolítica en la zona, una oportunidad que nació tras la orden de retiro de las fuerzas militares estadounidenses emitidas por Trump, lo que dejó en verde la luz para enfrentar a las FSD y a su principal grupo, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), a la que considera una organización terrorista vinculada con la guerrilla del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK).
Analistas internacionales ven a las sanciones estadounidenses como un acto estéril, aun más cuando en la víspera el propio Erdogan declaró que poco le importaban y con el mismo ímpetu tomó Ras al Ain, la ciudad siria situada unos 100 kilómetros más al este, la entrada en Tal Abiad.
El Ejército turco parece haber abierto otro frente justo a medio camino entre Ras al Ain y Tal Abiad.
Erdogan insistió en su objetivo de controlar todo el noreste de Siria, desde el río Éufrates hasta la frontera iraquí, pese a las críticas internacionales por su incursión.
“Desde el oeste al este, 30 kilómetros adentro, ésta es el área y vamos a seguir hasta que lo consigamos”.
Acciones desde Washington
Aún resuenan en la electricidad de Twitter las palabras del presidente Donald Trump quien en autocrítica señaló que los Estados Unidos “nunca debieron meterse en el Oriente Medio”.
Con esa reflexión de trasfondo amenazó y concretó sanciones contra Turquía con una lista de “presiones” de digito punción, enfocada en castigar de forma personal a tres ministros del Ejecutivo del presidente Recep Tayyip Erdogan, anunciar que subirá los aranceles contra el acero turco hasta el 50 % y cerrar las puertas a un posible acuerdo comercial entre ambos países.
El anunció llegó la noche del lunes y el vocero fue Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, quien en un comunicado dijo que “Estados Unidos responsabiliza al Gobierno turco por el aumento de la violencia por parte de las fuerzas turcas, poniendo en peligro a civiles inocentes y desestabilizando la región”.
Es probable que en la mente de Erdogan poco o nada valgan estas acciones. El mismo día de la amenaza de Trump, el presidente de Turquía rechazó cualquier crítica de la ofensiva y llegó a acusar a Alemania -que ha congelado sus ventas de armas a Turquía- de aliarse con el terrorismos kurdo.
“¿Estamos juntos en la OTAN o estás con las organizaciones terroristas? Te sientas con nosotros y luego te alías con el terror”, aseveró el mandatario.
Sancionados por la OFAC
De acuerdo al Secretario del Tesoro estadounidense la Oficina de Control de Activos Extranjeros ha bloqueado los activos y ha prohibido la entrada en EE.UU. de los ministros de Defensa Nacional, Hulusi Akar, el de Interior, Suleyman Soylu, y del de Energía, Fatih Donmez, y ha sancionado a los propios ministerios de Defensa Nacional y Energía como instrumentos del Gobierno para la incursión en Siria contra los kurdos.
Sin embargo, el Gobierno estadounidense subrayó que sí autoriza actividades oficiales de las Naciones Unidas que involucran al Ministerio de Defensa Nacional o al Ministerio de Energía y Recursos Naturales del Gobierno de Turquía, entre otras cuestiones.
Por otro lado, el Gobierno de Estados Unidos reclamó a Turquía que declare un alto al fuego “inmediato” en sus operaciones militares en el norte de Siria contra los kurdos, que según Washington ponen en peligro la vida de civiles inocentes y desestabilizan la región.
Este no es el primer golpe del presidente estadounidense contra la economía turca en los últimos meses, ya que en mayo ordenó retirar a Turquía del Sistema Generalizado de Preferencias (GSP), un programa que permite la entrada libre de impuestos de miles de productos a ciertos países en desarrollo.
Además, en agosto del año pasado convirtió en una causa diplomática la liberación del misonero estadounidense Andrew Brunson, que estuvo preso en Turquía desde 2016 por una presunta “colaboración con grupos terroristas”, lo que provocó que la lira turca perdiese un 25 % de su valor.
La subida arancelaria y las sanciones llegan un mes antes de que Erdogan visite la Casa Blanca el próximo 13 de noviembre, según anunció recientemente el propio Trump, en un momento en que la tensión entre ambos países está a un nivel muy elevado.
El Ejército turco comenzó la incursión en Siria el pasado día 9, después de que Estados Unidos, aliado de los kurdos en la guerra contra el EI, anunciara su retirada de la zona ante la inminencia de la operación, lo que ha sido considerado como una “traición” por las Fuerzas Democráticas Sirias (FSD).