Este domingo, en el día en el que se celebra la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados, el Papa Francisco dijo que la humanidad está llamada a “construir un mundo siempre más inclusivo” que acoja a todos “sin prejuicios”.
“Es necesario caminar juntos sin prejuicios, sin miedo, poniéndose al lado de los más vulnerables, migrantes, desplazados, víctimas de trata, abandonados”, aseguró el sumo Pontífice al culminar del rezo del Ángelus este 26 de septiembre frente a cientos de feligreses en la plaza de San Pedro del Vaticano.
“Estamos llamados a construir un mundo siempre más inclusivo, que no excluya a nadie”, añadió, recordando el lema de la celebración este año: “Hacia un nosotros siempre más grande”.
El Papa aseveró que se une a todos los que están celebrando esta Jornada por todo el mundo a quienes agradeció su generoso compromiso.
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— Vatican News (@vaticannews_es) September 26, 2021
Francisco nombró algunos de los grupos presentes en la plaza vaticana donde ondeaban múltiples banderas en representación de las 47 comunidades étnicas y 150 centros pastorales presentes en la diócesis de Roma, que lo aplaudieron y gritaron vítores.
“Antes de dejar la plaza os invito a avecinaros a aquel monumento, la barca con migrantes y a deteneros a observar la mirada de esas personas y ver en ella la esperanza que hoy tiene cada migrante de recomenzar a vivir“, dijo el prelado respecto a la escultura de bronce que representa a un grupo de migrantes y refugiados de diferentes partes del mundo y épocas.
“No cerremos las puertas a su esperanza“, acotó.
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Durante el Ángelus, Francisco centró su alocución en la necesidad de abrirse a los demás ante “la tentación de la cerrazón” porque mantiene “a distancia a quien no piensa como nosotros. Esto, lo sabemos, es la raíz de muchos grandes males de la historia: del absolutismo que a menudo ha generado dictaduras y de muchas violencias hacia quien es diferente”.
Y añadió que “es necesario velar sobre la cerrazón también en la Iglesia, a veces también nosotros, que en vez de ser comunidad humilde y abierta podemos dar la impresión de ser ‘los primeros de la clase’ y mantener a los otros a distancia en vez de tratar de caminar con todos; podemos exhibir nuestro ‘carné de creyentes’ para juzgar y excluir”.
Se pronunció a favor de “superar la tentación de juzgar y de catalogar” y la mentalidad del “nido”, la de custodiarnos celosamente en el pequeño grupo de quien se considera bueno: el sacerdote con sus fieles, los trabajadores pastorales cerrados entre ellos para que nadie se infiltre, los movimientos y las asociaciones”.
“Todo esto corre el riesgo de hacer de las comunidades cristianas lugares de separación y no de comunión” en lugar de ser “comunidades acogedoras donde haya sitio para todos”, comentó, destacando además que “el riesgo de ser inflexibles hacia los otros e indulgentes hacia nosotros mismos”