En su primer discurso dirigido a las autoridades de Panamá, a los representantes del cuerpo diplomático y del mundo de la empresa y la cultura, el Papa Francisco hizo un llamado a la instauración de principios de transparencia en los gobiernos y en los sectores privados.
El Vicario de Cristo señaló la gran importancia que juegan los valores en aquellos que “tienen una función de liderazgo en la vida pública” y que por su misma condición se encuentran obligados a “llevar una vida conforme a la dignidad y autoridad que revisten y que les ha sido confiada”.
“Es una invitación a vivir con austeridad y transparencia, en la responsabilidad concreta por los demás y por el mundo; llevar una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de cualquier forma de corrupción”, aseveró.
Asumir valores de honestidad es para el Sumo Pontífice, un atrevimiento, un potente acto de voluntad. Por ello, insta a los seguidores de Jesús a “tener la osadía” de crear “una cultura de mayor transparencia entre los gobiernos, el sector privado y la población”.
La Cancillería de Panamá le sirvió como referencia histórica para aludir al Libertador Simón Bolívar quien desde allí “convocó a los líderes de su tiempo para forjar el sueño de la unificación de la Patria Grande”.
Continúo Francisco refiriéndose a esa imagen emancipadora de unión “que nos ayuda a comprender que nuestros pueblos son capaces de crear, forjar y, sobre todo, soñar una patria grande que sepa y pueda albergar, respetar y abrazar la riqueza multicultural de cada pueblo y cultura”, señaló.
El Obispo de Roma se detuvo sobre todo en la riqueza de los pueblos originarios de Panamá y citó a los bribri, buglé, emberá, kuna, nasoteribe, ngäbe y waunana, “que tanto tienen que decir”.
Llamó entonces a “celebrar, reconocer y escuchar lo específico de cada uno de estos pueblos y de todos los hombres y mujeres que conforman el rostro panameño”.
El Primado de Italia catalogó a Panamá como un punto de encuentro “donde jóvenes provenientes de los cinco continentes, cargados de sueños y esperanzas, celebrarán, se encontrarán, rezarán y reavivarán el deseo y su compromiso por crear un mundo más humano”.
Espera el Pontífice Supremo que esta Jornada Mundial de la Juventud alentará a los jóvenes del mundo a “desafiar las miopes miradas cortoplacistas que, seducidas por la resignación, la avidez, o presas del paradigma tecnocrático, creen que el único camino posible se transita en el juego de la competitividad, de la especulación y de la ley del más fuerte donde el poderoso se come al más débil”.
Los versos del poeta panameño Ricardo Miró “Patria de mis amores” sirvieron de colofón para este cálido discurso de su Santidad.