La nación espera el conteo de votos para saber quién será el Presidente. Estados Unidos está en apnea y su rostro se torna violeta, porque aún no se define si la Casa Blanca seguirá siendo roja o se tornará azul.
Desde hace dos décadas el país no vivía una angustia similar. Se cree que pasarán días hasta que definitivamente se conozca la decisión. Donald Trump salió en falso la madrugada del miércoles a cantar victoria. Joe Biden recobró las esperanzas al llegar la cuenta de los votos por correo. Ambos tienen matemáticamente posibilidades de llegar a los 270 votos electorales.
La carrera por la Casa Blanca se ha transformado en un maratón. Algunos piensan que terminará el viernes o que podrían mudar la meta a la Corte Suprema de Justicia. Estados Unidos despertó sin certezas tras una elección con participación récord. Sin embargo los escrutinios en estados claves mantiene la vida de todos en vilo.
El poderoso EEUU está en apnea
La estrategia demócrata para acceder a la Casa Blanca se mostró el pasado tal cual se diseñó. La estrategia asemejaba las posibilidades que ofrece un cubo de Rubik. EEUU está en apnea porque imaginaba que cualquiera que resultara ganador lo haría de forma aplastante.
Las miradas de desconcierto amaneciendo el miércoles aún estaban posadas en los monitores de televisión. Trump no era tan fuerte como se describía y Biden no era el campeón que las encuestas pintaban.
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Sin embargo el demócrata tenía muchos caminos para conseguir los 270 votos electorales. La victoria de Donald Trump en Florida, Ohio y Texas no abatía el rey en el tablero de los progresistas. Joe Biden acudió a un “gambito” con los votos por correo y en la mañana del miércoles tenía en pie la muralla azul. No es nada definitivo, pero Michigan, Wisconsin y Pensilvania podrían darle la victoria.
Pensilvania: La bisagra está trancada
Es probable que el segundo estado de la Unión se transforme en la Florida del año 2000. Aunque Trump ya pidió recuento en Wisconsin. Para la época George W. Bush y Al Gore se trenzaron en una disputa que dio la presidencia al republicano.
Una diferencia dramática en estos comicios se haya en la participación. A las urnas de Estados Unidos no acudía tanta gente desde que en 1848 las mujeres obtuvieron el derecho al voto. Se estima que en esta contienda se cruzaron160 millones de votos. Representa una participación de 66,8%. Un porcentaje mucho más amplio que el de 2016 que grabó 59,2% de acuerdo a datos de Elections Project.
Al Schmidt, jefe de la ciudad de Filadelfia, consultado por CNN, dijo que “si todo sigue a este ritmo, tendremos los resultados totales en los próximos dos días”. Los demócratas tienen una gran reserva de votos en el estado clave de Pensilvania. Y si la justicia se involucra, como en 2000, “podría durar semanas”, dijo al equipo periodístico de la AFP, Ed Foley, especialista en derecho electoral de la Universidad Estatal de Ohio.
“Perder nunca es fácil, no para mí”
La mañana del miércoles el Jefe de Estado ya había confesado la dimensión de su “deportividad”. Dijo a unos reporteros que “ganar es fácil”. Perder nunca es fácil, no para mí, no lo es”. EEUU está en apnea desde ese instante. La opción de la derrota no está en el ADN del neoyorquino.
El Presidente jamás acusó los golpes de la nación polarizada. Se burló de la pandemia y presumió que tenía el poder para recuperar la economía del país en un lapso de plusmarquista. No obstante el paisaje se tornó azul frente a sus ojos y sin presentar pruebas denunció un fraude. Además amenazó con usar el “As” de la Corte Suprema que tiene bajo la manga desde la juramentación de la jueza Amy Coney Barrett.
“Nosotros ganamos esta elección”, dijo en un discurso en la Casa Blanca al despuntar el miércoles. “Este es un fraude (…) Queremos que la votación se detenga”. Sin ambigüedad dio a entender que quería congelar los resultados. Quería echar a andar su plan anunciado de excluir las papeletas aún no escrutadas.
Su desespero como de costumbre lo canalizó a través del pajarito azul. En varios trinos dijo que “anoche venía liderando, en muchos casos de forma sólida, en muchos estados clave, casi todo gobernados y controlados por los demócratas”.
“Luego, uno por uno, empezaron a desaparecer mágicamente mientras se contaban papeletas sorpresa”, lanzó.
Asimismo, consideró que los encuestadores se equivocaron de manera “histórica”. Tal vez las mismas empresas que lo daban como segunda opción en 2016 cuando sorprendentemente él le ganó a Hillary Clinton.
El velo del suspenso
Hasta el momento de la redacción de esta nota Joe Biden acumulaba 238 votos electorales frente a los 213 de Trump. El escenario parecía que podría acercar al demócrata a la Casa Blanca. Sin embargo el republicano debía esperar con calma por algunos resultados que podrían ponerlo en rol de presidente reelecto.
Según las proyecciones de los principales medios, Trump se quedó con Florida y Iowa, donde ganó en 2016. Además cuenta con Ohio, que desde 1964 ganaron todos los candidatos que llegaron a la Casa Blanca. Asimismo se anexó Texas, bastión republicano desde 1976.
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EEUU está en apnea reviviendo viejos episodios. Como ocurrió hace cuatro años con Hillary Clinton, Biden puede ganar el voto popular y perder la Casa Blanca. La meta es conseguir los 270 votos electorales necesarios, de un total de 538 que integran el Colegio Electoral según el sistema de sufragio universal indirecto.