El miedo a lo desconocido es la fuerza perturbadora que en menor grado afecta a los virólogos quienes serenamente esperan por la reunión de más datos, que en la población en general que ha llegado a comulgar con medidas de auto aislamiento.
En los Estados Unidos, como en el resto del orbe, la gratuidad del miedo lo hace accesible a todos, pero hasta la fecha los datos que se tiene y se procesan pareciera indicarnos que podríamos estar sobreactuando por miedo a lo desconocido.
Los datos brutos y sin limpiar, hacen pensar a parte de la comunidad científica que deberíamos estar más preocupados por la gripe estacional que por la nueva cepa del coronavirus, debido a que en esta temporada ha llevado a la tumba a muchas más personas que el Covid-19 nacido en Wuham.
Y son precisamente los especialistas, puntualmente los estadounidenses, quienes creen que los esfuerzos deberían centrarse en acentuar medidas de salud pública en el ámbito educativo, porque mientras haya consensos en cómo deben comportarse desde el punto de vista sanitario las personas que empiecen a mostrar “síntomas”, menos posibilidades de propagación habrá.
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Las medidas sanitarias sirven para las dos enfermedades: la gripe estacional y el coronavirus. Ambos virus producen síntomas similares -fiebre, dolores corporales, tos, fatiga- y si usted vive en los Estados Unidos, actualmente tiene muchas más probabilidades de contraer la gripe que el nuevo coronavirus que se originó en China a finales del año pasado.
Se estima que 32 millones de estadounidenses han contraído la gripe desde que comenzó la temporada de gripe de este año a finales de septiembre, lo que ha provocado unas 18.000 muertes, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
En contraste, hasta el jueves, los funcionarios de salud han confirmado 97 mil 876 casos de infección por coronavirus que resultaron en 3.347 muertes en todo el mundo.
En los Estados Unidos, el número de infecciones por coronavirus reportadas es significativamente menor, aproximadamente 200 casos reportados y 12 muertes. Esto es una fracción minúscula de los casi 330 millones de personas que viven en el país hoy en día.
Miedo a la desconocido
El enemigo sin aparente rostro es lo que ha desatado el temor en la población de los Estados Unidos. De acuerdo a un trabajo abordado por Los Ángeles Times y encargado a la periodista Deborah Netburn, los estadounidenses tienen miedo porque no saben distinguir entre uno y otro asesino.
Los estadounidenses llevan siglos luchando con la gripe, a tal punto que, aunque saben que es una asesina, conviven año tras año con ella sin que esto modifique sus vidas. Es cierto que hay que desde el punto de vista científico trabajar en el Covid-19 para crear un tratamiento y generar una vacuna, pero los datos que se tienen hasta ahora hacen pensar que se está peleando más con el miedo que contra la propia enfermedad.
Una opinión interesante
El trabajo editorial de Los Ángeles Times recogió las palabras del doctor Otto Yang, un experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en Los Ángeles. El especialista cree que uno de los componentes maliciosos en esta epidemia lo constituye el miedo a lo desconocido. “El enemigo que no conoces es mucho más aterrador que el enemigo que conoces”.
La humanidad ha estado luchando con la gripe estacional durante siglos, por lo que los científicos han tenido mucho tiempo para estudiar las cepas de gripe que circulan en los meses de invierno.
Esta investigación ha llevado al desarrollo de vacunas anuales que protegen a grandes franjas de la población de contraer la gripe y reducen su gravedad en aquellos que se infectan. Además, hay medicamentos disponibles que pueden tratar los síntomas de la gripe y a veces acortar la duración de la enfermedad.
Además, cuando los individuos se enferman de gripe, sus cuerpos desarrollan inmunidad. Eso significa que no todos los que están expuestos al virus de la gripe se enferman.
Pero el coronavirus responsable de COVID-19 ha estado en existencia por sólo unos tres meses, por lo que no hay inmunidad natural en la población.
Se desarrollan vacunas
De acuerdo a la doctora Hilary Marston, asesora de políticas de los Institutos Nacionales de Salud, por desgracia no hay una vacuna que pueda hacer frente a la situación. Aunque se están preparando varias vacunas experimentales, ninguna estará lista para su lanzamiento durante al menos 18 meses.
Tampoco hay medicamentos diseñados específicamente para atacar este coronavirus, aunque los investigadores están probando los medicamentos antivirales existentes para ver si pueden ayudar a los pacientes con COVID-19.
“Las medidas de salud pública son en lo que vamos a necesitar centrarnos en el futuro inmediato”, dijo Marston. Eso incluye aspectos básicos como lavarse las manos y cubrirse la boca al toser, así como cosas más perturbadoras como el cierre de escuelas, la cancelación de reuniones públicas y la implementación de cuarentenas para aquellos que puedan haber estado expuestos”.
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Para los funcionarios de salud pública, otro motivo de preocupación es la falta de información sobre la facilidad con que se propaga el coronavirus.
Los científicos saben que la gripe se transmite de persona a persona por las gotitas que salen de la boca de una persona enferma cuando tose, estornuda o habla. Esas gotitas pueden viajar hasta 6 pies e infectar a cualquiera que se encuentre en su camino.
El coronavirus se propaga también a través de gotitas, dicen los investigadores, y puede ser capaz de transmitirse por el aire también. Los virus aéreos, como el sarampión y la varicela, pueden pasar de una persona a otra en gotitas aún más pequeñas que pueden viajar en las corrientes de aire.
“Eso es algo muy diferente”, dijo Abigail Carlson, epidemióloga de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Entre otras cosas, implica que una persona infectada puede propagar el virus a alguien que esté a más de 6 pies de distancia, “por lo que también es parte de la razón para mantener a las personas a distancia unas de otras”.
Y los investigadores siguen intentando determinar cuánto tiempo puede vivir el nuevo virus en superficies como barandillas, pomos de puertas y botones de ascensores que pueden ser tocados por cientos o incluso miles de personas cada día.