En tiempos de globalización resulta paradójico que las televisoras transmitan en vivo la agonía de un jugador que yace tendido sobre el terreno de juego, pero así es el fútbol de exigente y caprichoso. Millones de televidentes pudieron observar el drama que aconteció en Copenhague.
Corría el minuto 43 del primer tiempo cuando la selección de Dinamarca se enfrentaba a Finlandia por una plaza en la fase de grupos de la Eurocopa. De pronto su capitán, Christian Eriksen, de 29 años, se desplomó al costado del terreno. Ninguna acción violenta antecedió al súbito colapso.
De inmediato sobrevino el horror que enmudeció a 25 mil fanáticos y calló a comentaristas de TV. El primero en percatarse del drama fue su compañero de equipo Simon Kjaer. Como una bala cruzó la cancha, le sujetó la lengua a Eiksen y lo colocó en posición de decúbito lateral.
Otra en darse cuenta desde la grada fue la estilista Sabrina Kvist Jensen, esposa del infortunado jugador del Inter de Milan. Los cuerpos de seguridad del Parken Stadium de Copenhague no pudieron retener a esa diminuta mujer convertida en una fiera. Al terreno de juego llegó angustiada y llorosa. Sabía que su marido se debatía entre la vida y la muerte.
Según la UEFA unos 5 mil millones de personas presenciaron por la TV en todo el mundo aquel choque que heló la sangre. Los médicos entraron al terreno para cumplir con los protocolos al tiempo que en las redes sociales se encargaban de posicionar como tendencia mundial el hashtag #ÁnimoEriksen.
Durante 15 minutos el planeta fútbol se paralizó a la espera del desenlace. Otra sorpresa estallaba dentro del estadio cuando las hinchadas rivales se unieron en un inédito cántico de aliento. Los finlandeses gritaban “Christian” y los daneses respondían “Eriksen”. El gigantesco coro arrugaba el corazón.
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Mientras aquello ocurría, los compañeros del mediocampista improvisaron un círculo y colocaron toallas para proteger la intimidad del agonizante mediocampista. Pulverizaron los intentos de camarógrafos para captar las maniobras de reanimación. El rating de la TV es despiadado hasta con genios como Eriksen.
Sin embargo, algunos primeros planos de la televisión se colaron, demostraban la gravedad de la situación. Ponían los pelos de punta. Los impotentes jugadores con las manos en la cabeza se dieron cuenta después que por fortuna a su compañero lo reanimaron. La primera maniobra consistió en comprobar que el mediapunta danés respiraba y tenía pulso.
Morten Boesen, médico de la selección danesa, relató que “cuando llegamos a él estaba de lado, respiraba y le sentí el pulso. Pero de repente no hubo más latidos. Usamos un desfibrilador para traerlo de vuelta”. Eriksen se jugaba el partido de su vida.
En las pocas imágenes que trascendieron se observó el aparato que emite una descarga eléctrica controlada, unos electrodos y el pulsioxímetro que le medía la concentración de oxígeno en la sangre. Tras estabilizarlo, lo retiraron en camilla rumbo al hospital.
Después y a petición de los propios jugadores el accidentado partido se reanudó. Finlandia ganó con un agónico gol que no fue celebrado por respeto al contrario. No era el momento.