En situaciones desesperadas es posible que seamos traicionados por la buena voluntad. Unos por cegarse ante la apariencia de los que se hacen llamar “los buenos”. Otros porque se cuela con pieles de oveja. Los investigadores periodísticos de WYHH hallaron la génesis de Philly Fighting COVID. Max Marin, Nina Feldman y Alan Yu se toparon con livestream, donde Andrei Doroshin presentó en detalles su plan de vacunación contra la COVID en Filadelfia. Es el embrión del ahora “Doroshin’s astute”.
Muchos estiman irrelevante la juventud de Andrei Doroshin, su inexperiencia y el elevado entusiasmo. Atacar esa disposición va en contra sentido a las herramientas competitivas con los que la nación educa a sus ciudadanos. No pueden ser atacados por tener un buen plan de negocios y lograr fortunas. El tema es este caso está en la opacidad del planteamiento de Philly Fighting COVID. Asimismo la ausencia de una investigación que hiciera dudar de “las buenas intenciones”.
Doroshin’s astute in a livestream
Los investigadores de WYHH ubican en “una noche fría de principios de octubre” el génesis de PFC. Desde la azotea de un edificio de la Universidad de Temple se realizó un livestream, indican los periodistas. Desde allí el director general de Philly Fighting COVID, de 22 años, desveló su plan para vacunar a la ciudad de Filadelfia.

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Diapositiva tras diapositiva de PowerPoint delineó su visión. El proyecto lucía tan bien en ese momento como cuando se lo presentó a la Ciudad. El CEO consideró todos los ángulos: Programación, reclutamiento, dotaciones para el personal. Incluso el plan de marketing giraba en torno a la inoculación de celebridades locales como Meek Mill para atraer a su base de fans.
La diapositiva más jugosa
Doroshin’s astute de aquella noche del décimo mes dibujaba que lo que deseaba hacer era “algo totalmente a lo Elon Musk”. “Vamos a dar un golpe preventivo a las vacunas y, básicamente, nos adelantamos a todos en Filadelfia”.
Con el tiempo, se ampliarían a cinco centros principales y 20 nodos comunitarios más pequeños. La ambición era vacunar a entre 500 mil y 1,5 millones de personas, propuso. “Y se harían ricos haciéndolo”, apunta WYHH.
“Esta es la diapositiva más jugosa”, dijo Doroshin, haciendo clic en una pantalla sobre el plan de financiación. “¿Cómo vamos a cobrar?”. Recorrió el plan para obtener las vacunas gratuitamente del gobierno federal y facturar a las compañías de seguros 24 dólares por dosis.
La omisión perfecta
Un mes después, Doroshin hizo una presentación similar. Mostró mapas de colores y un presupuesto previsto de 2,7 millones de dólares, ante el Ayuntamiento de Filadelfia. Dijo que su equipo de Philly Fighting COVID había empezado a presentar planes para la construcción de cinco centros de gran capacidad que podrían acoger a 10.000 pacientes al día.

Dos meses después, el Departamento de Salud Pública de Filadelfia y la administración del alcalde Jim Kenney sucumbieron ante el persuasor. Entregaron al grupo las llaves para hacer realidad la visión del CEO. Doroshin’s astute hizo un acuerdo no contractual y sin coste para suministrar miles de vacunas y abrir el primer centro de pruebas masivas de la ciudad. Lamentablemente todo el castillo de arenas se deshizo en pocas semanas. Giró con mucha brusquedad a su modelo de negocios lucrativo, Vax Populi Inc. y quedó al descubierto.
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Los matices de su carácter mercurial, la venta de datos y su inexperiencia. El punto aquí es un estudiante de Drexel estuvo a punto de hacer una fortuna haciendo uso de la desgracia humana.