Al menos un médico se suicida en los Estados Unidos diariamente. Esta aterradora afirmación ha pasado debajo de la mesa en el Día Internacional de Sobrevivientes de la Pérdida del Suicidio.
El dato en sí mismo es escalofriante, pero lo es más aún cuando se llega a precisiones tan concluyentes como las que indican una revisión de 195 estudios y 129 mil 123 estudiantes de medicina concluyó que al menos el 25% de los residentes de medicina reportan síntomas depresivos y el 11 por ciento lucha con pensamientos suicidas.
Este balde de agua fría nos los ha lanzado Jay Behel y Jennifer Coleman decano asociado de asuntos estudiantiles y profesor asistente en la División de Ciencias del Comportamiento del Rush Medical College en Chicago y la psicóloga clínica del Programa Road Home en el Centro Médico de la Universidad de Rush, respectivamente.
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Estos profesionales de la salud han colocado en las arterias de la opinión pública un trabajo que titularon: “Los médicos mueren por suicidio todos los días y no estamos hablando de ello”.
En su ensayo han dicho que en estudios recientes, el 40% de los residentes y el 45% de los médicos reportaron sentirse agotados. “Si bien existe cierta controversia sobre lo que es exactamente el agotamiento, no hay duda de que los proveedores que se sienten deprimidos, desinteresados y exhaustos representan una grave crisis de salud pública”.
Terror con estetoscopio
Los profesionales de la salud estadounidense que desean elevar el tema del suicidio en el gremio médico, explican que un médico muere por suicidio cada día y se estima que 135 personas se ven afectadas por cada suicidio. Imagínese cuánta gente se ve afectada cuando un médico muere. Los pacientes, los colegas y la propia institución se convierten en los sobrevivientes para contar la historia.
“Múltiples estudios muestran que las tasas de suicidio son más altas entre los médicos que entre el público en general, la tasa de suicidio más alta de todas las profesiones, y esta vulnerabilidad se manifiesta en los proveedores a lo largo del curso de la capacitación y la práctica”, explicaron Behel y Coleman.
Pérdidas de las expectativas
Por todos es conocido que la facultad de medicina es devastadoramente cara, hasta $400 mil, por el grado; además es física, intelectual y emocionalmente agotadora.
Pero ya las cosas no son como antes. El prestigio, el acceso y la riqueza que una vez acompañaron a la carrera médica se han visto sustancialmente disminuidos. “Sin embargo, hemos fracasado en preparar a nuestros proveedores más jóvenes para esta nueva realidad”, dicen los investigadores.
Los médicos emergen de la facultad de medicina y de la residencia en una profesión que ofrece mucha menos autonomía de la que la mayoría espera; la atención se microgestiona en todos los niveles, y las recompensas financieras son más modestas que hace una generación.
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Muchos creen que después de tanto sacrificio la depresión es la que crea el caldo de cultivo para los suicidios.
Las instituciones deben proporcionar cambios de arriba hacia abajo en la cultura, la estructura y la estrategia para abordar eficazmente esta epidemia. El crecimiento de los programas de bienestar representa un pequeño paso en la dirección correcta.