En una sucesión memorable, historia viva del olimpismo y del deporte, Zinedine Zidane, Rafael Nadal, Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis se pasaron la antorcha olímpica camino del pebetero de los Juegos de París en la ceremonia de inauguración.
“Zizou”, leyenda viva del fútbol francés emergió en el estadio del Trocadero y entregó el fuego olímpico a Rafael Nadal, que avanzó hacia el río Sena y tomó allí una barca. En ella lo esperaban la tenista estadounidense Serena Williams, la gimnasta rumana Nadia Comaneci y el atleta norteamericano Carl Lewis.
La llama había llegado al Trocadero de la mano de un misterioso personaje encapuchado, al que desde el comienzo de la ceremonia se vio recorriendo París con la antorcha, por canales, calles, tejados y museos, a veces en directo, casi siempre en imágenes grabadas.

Zidane, campeón del mundo, recuperó la llama y se la entregó al mejor tenista de la historia sobre la tierra parisina de Roland Garros, donde ha triunfado en 14 ocasiones.
Culminado el periplo de la llama, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, declaró inaugurados los Juegos de París a las 11:53 de la noche (hora local de Francia) de este viernes 26 de julio, tres horas después de que comenzase la ceremonia de apertura.
“Proclamo abiertos los Juegos París, celebrando la XXXIII Olimpiada del mundo moderno”, dijo el presidente galo, según la tradicional fórmula reservada para el jefe de Estado del país organizador.
La proclamación de Macron precedió al momento más esperado de la ceremonia, el encendido del pebetero con la llama olímpica prendida en Olimpia, Atenas el pasado 16 de abril.

La lluvia empapa ceremonia de apertura
La lluvia empapó de forma inclemente a deportistas, artistas, público y autoridades y deslució el espectáculo preparado a lo largo del Sena.
Ante la situación, los organizadores no pudieron hacer nada, así que los deportistas que llegaban al estadio tras recorrer en barco seis kilómetros del río Sena aguantaron de pie bajo la lluvia a terminar de llegar al Trocadero.
Las embarcaciones que los transportan, que salieron a 9 kilómetros por hora, aceleraron visiblemente la velocidad para arribar cuanto antes a su destino, mientras que voluntarios en el Trocadero repartían ponchos de plástico entre los deportistas para protegerlos en la medida de lo posible.
Los atletas tuvieron la opción de marcharse a la Villa Olímpica una vez culminada la travesía por el Sena y, a juzgar por lo menguado de las delegaciones que entraron al estadio, muchos eligieron esa opción.

Aunque en los momentos iniciales de la gran fiesta la lluvia cayó de forma leve e intermitente, tres cuartos de hora después las precipitaciones arreciaron y obligaron a todos los participantes a protegerse con plásticos, si los tenían. Algunos asistentes abandonaron sus localidades cumplida una hora de espectáculo.
La de París 2024 es la primera ceremonia de la historia celebrada en la calle, fuera del estadio; el grandioso espectáculo preparado en las orillas del Sena al paso de los barcos se desarrolló ajeno a la lluvia, aunque deslucido por la cantidad de agua que caía.
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Tanto a lo largo del Sena como en el estadio efímero del Trocadero las gradas son descubiertas, con la excepción de una zona reservada a los miembros del COI y a los jefes de Estado y de Gobierno.
Unas 600.000 personas asistieron en vivo a la ceremonia, 300.000 en gradas y otras tantas desde balcones y viviendas.