No será inédito ver a la Corte Suprema de EEUU como una olla de presión. Las pugnas partidistas siempre han ido a buscar justicia en sus playas. Un país polarizado tiene temas que surcan su alma y que llegarán como lava ardiente a las salas del más alto tribunal.
En términos concretos se trata de viejas luchas con almas renovadas. Laberínticas situaciones humanas que se superponen y requieren de dictámenes. “Aborto, derecho a portar armas, libertades religiosas y posiblemente asuntos raciales”, esos temas están agendados. Y desde este lunes pasaran por las manos de un cuerpo colegiado de nueve jueces con una mayoría 6-3 sólidamente conservadora.
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Dieciocho meses después la Suprema Corte vuelve a su actividad ordinaria. Los magistrados del tribunal volverán a sentarse en sus bancas en persona. Uno de ellos recientemente dio positivo por COVID-19 y participará a distancia. Se trata del juez Brett Kavanaugh.
Corte Suprema de EEUU
Precisamente en el nuevo balance “trumpista” de la Corte Suprema de EEUU está el juez Brett Kavanaugh. Más allá del tamaño de las porciones el “colegio” el año pasado hizo valer su independencia. Rechazó la cruzada de Trump por invalidar la victoria electoral del demócrata Joe Biden.
Sin embargo los progresistas ven una señal de alerta en los casos “en las sombras”. Los méritos de este producto editorial recaen en Charlotte Plantive de la AFP. Ella explicó que las sentencias aceleradas que no son debatidas en público son así conocidas. Un ejemplo de casos “en las sombras” fue el dejar pasar ley de Texas que prohíbe casi todos los abortos en el estado. Los demócratas creen que en estas situaciones hay un desbalance a la derecha.
Una vieja respuesta
Reformular el número de jueces es una vieja respuesta ante lo que una fracción considera una “injusticia”. La Corte Suprema de EEUU solo puede cambiar su composición a través de una Ley. El tema del aborto en Texas enfureció a los demócratas, entre ellos al presidente Biden. El Jefe de Estado renovó los llamamientos para reformar la Corte Suprema. Este asunto está siendo considerado por una comisión presidencial. Allí estudian opciones como la de añadir más asientos al tribunal de nueve jueces.
Según datos acopiados por AFP la frustración pública hacia el tribunal ha crecido. De acuerdo a una encuesta de Gallup las cosas se plantean de este modo. Sólo 40% de los estadounidenses dice que aprecia su trabajo. La fracción está 9 puntos menos en comparación con el 49% de julio. Asimismo 37% de los encuestados lo consideran “demasiado conservador”.
En señal del descontento creciente, defensores del derecho al aborto protestaron frente a la casa de Kavanaugh. También este sábado, miles de personas convergieron en la Corte Suprema proclamando que el aborto es una opción personal y no un debate legal. La manifestación tuvo lugar también en varias ciudades de la nación.
Sobre la mujer del César
Para calmar las aguas, los jueces se han esforzado últimamente por convencer al público de su imparcialidad. Sin embargo las escena no ha sido relajantes. Han evocada la vieja frase de Cayo Julio César cuando refiriéndose a su cónyuge Pompeya dijo: “La esposa de César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”.
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La jueza Amy Coney Barrett fue quien salió en defensa de la corporación. “Este tribunal no está formado por un grupo de partidistas”, dijo. Sin embargo denotaron que sus comentarios se hicieron en presencia del principal senador republicano, Mitch McConnell. El legislador fue quien presidió la apresurada confirmación de Barrett cerca del final de la campaña presidencial de 2020.
Más allá de los discursos, la temporada de 2021-2022 “será una verdadera prueba. Ahora se verá si la Corte Suprema de EEUU puede o no elevarse por encima de la división partidista”. Así lo expuso David Cole, director legal nacional de ACLU. Esta es la mayor organización de defensa de las libertades civiles en Estados Unidos.