Un movimiento bipartidista en el Congreso estaría dando cabida a una flexibilización del status quo en relación a la percepción que se quiere implantar sobre el peligro para la seguridad nacional y personal que representa el albergar refugiados.
Los parlamentarios al parecer estaría reflejando los datos hallados en informes como el centro de investigación Pew que revela a 73% de los estadounidenses que están de acuerdo con que la nación de albergue a las personas que escapan de la guerra y la violencia.
Asimismo se destaca un informe del Instituto Cato, que establece la probabilidad de que un americano sea asesinado por un refugiado-terrorista es de 1 en 4 mil millones por año.
De acuerdo a la opinión de Biar Atem y Jonah Cohen, dos especialistas estadounidenses en materia de refugiados, el cambio en la política de EE.UU. no es representativo del país y sus valores.
El giro deriva de una franja activista de la política interna estadounidense, un pequeño grupo de ideólogos de extrema derecha que cuentan historias de refugiados-terroristas y refugiados-libertadores. La deferencia de la Casa Blanca a estas voces radicales podría ser comprensible si los refugiados fueran realmente una amenaza a la seguridad o si fueran una carga económica.
Como consecuencia la reciente audiencia del Comité Judicial de la Cámara de Representantes sobre el estado actual del programa de refugiados de EE.UU. confirma lo que muchos analistas han señalado: que la administración Trump está desfasada con la historia de EE.UU. como líder mundial en el reasentamiento de las personas más vulnerables del mundo.