La sangre colombiana bulló emocionada en los más alto del podio parisino en las venas henchidas de Egan Bernal, cuando el orgullo de Zipaquirá, gritaba la “gloria inmarcesible” tras haberse coronado como el rey del Tour de Francia.
Con el maillot amarillo absortó con el himno de su país por primera vez inundando los Campos Elíseos, el joven pedalista expuso a los medios: “Es mi primera victoria en el Tour de Francia, espero que haya otras”.
Rodeado de su compañero Geraint Thomas, a quien agradeció en inglés su “deportividad”, y por el holandés Steven Kruijswijk, segundo y tercero, respectivamente, Thomas aguantó el llanto al ver a cientos de compatriotas que aplaudían su gesta.
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Egan Bernal, el ciclista de 22 años, dando muestras de su serenidad y temple, habló en inglés, español, italiano y acabó en francés.
La euforia de toda Colombia por el primer maillot amarillo en el Tour firmado por su nuevo héroe, Egan Bernal, se trasladó a los Campos Elíseos de París, al atardecer de ese mágico día, para saludar la entrada de un joven de 22 años llamado a marcar una era en el ciclismo internacional.
Llórenlo, nuestro primer Tour De Francia (Latinoamerica) No veo la hora de llevar esta camiseta a Colombia 🇨🇴 pic.twitter.com/olcTbRU57b
— Egan Arley Bernal (@Eganbernal) July 29, 2019
Tan solo 121 kilómetros entre Rambouillet y París distanciaban a Bernal para que subiera al podio a escuchar emocionado el himno colombiano. Después de poco más de 3 horas de trayecto a modo de homenaje, donde no faltaron los brindis con champán sobre la bicicleta, el campeón del Tour despertó de un sueño real: se había convertido en el primer colombiano y latinoamericano en ganar el Tour de Francia.
Bernal estuvo en todo momento acompañado por su familia. Por su padre, Germán, y de su novia, Xiomara, que han estado con él en los últimos días. Pero también de su madre, Flor, y de su hermano pequeño, Ronald, su vivo retrato, que viajaron para acompañarle en la ceremonia final del triunfo.
Junto a ellos vivió los momentos más emotivos, justo antes de subir al podium, instantes cargados de emoción de una madre que dejaba ver el orgullo del hijo triunfante, del hermano menor que veía un espejo, al borde del llanto.
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El padre y la novia parecían más serenos, porque han vivido los últimos días junto al campeón y demostraban estar más cómodos en medio del jaleo mediático y las ceremonias.
Bernal posó para las fotos, recibió también el maillot blanco que le acredita como el mejor joven y completó el podium de las diferentes clasificaciones: el francés Romain Bardet como rey de la montaña y el eslovaco Peter Sagan con el jersey verde de la regularidad, que ganó por séptima vez, más que nunca nadie antes.
Al otro lado del mundo, en Zipaquirá, situada a unos 45 kilómetros de Bogotá y patrimonio histórico, cultural y religioso de Colombia, vibró con la etapa que consagró a Egan Bernal como el primer latinoamericano en proclamarse campeón del Tour de Francia, la carrera por etapas más importante del mundo.
Las calles de Zipaquirá, en donde se crió el ciclista de 22 años, estuvieron casi desocupadas el pasado domingo durante las poco más de tres horas que duró la jornada de cierre del Tour, con meta en París y que ganó el australiano Caleb Ewan (Lotto).
Y es que los vecinos de esta pequeña ciudad y los miles que llegaron de las poblaciones cercanas se reunieron en casas, parques o mercados para acompañar centímetro a centímetro a un Bernal que avanzaba hacia la gloria entre vítores, banderas de Colombia y lágrimas de orgullo.