El mundo generalmente impulsa al individualismo y la rapidez, cocinar en familia es un refugio, un espacio donde el tiempo se ralentiza y los lazos se fortalecen. Más allá de la simple preparación de alimentos, el acto de cocinar juntos -padres e hijos, abuelos y nietos- se ha revelado como un ingrediente esencial para el bienestar integral de grandes y pequeños.
No se trata solo de llenar el estómago; es una experiencia rica en beneficios que trascienden el plato.
“En la casa se adquieren los valores, las costumbres y el gusto por los alimentos, por esto es importante que el acercamiento a ellos se de en forma divertida, conociendo las recetas e involucrándose en su preparación”, destacó Unicef.
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El desarrollo de niños y niñas parte, en gran medida, de que la hora de la comida se convierta en un momento especial. Este espacio debe nutrirse también de afecto y juego, transformando la alimentación en una experiencia completa y enriquecedora.
Una gran experiencia
- Involucrar a los niños es primordial: elegir recetas especiales para hacer con ellos, los ayudará a acercarse
- Convertir la cocina en un salón de clases: Cada receta es una oportunidad para enseñarles cosas nuevas y aprender sobre los ingredientes que están utilizando
- Trabajar en equipo: Cocinar es un acto contemplativo, de introspección en ocasiones, pero si se hace en equipo en mucho más sencillo. Todos pueden ayudar a que la comida esté lista más rápido; por ejemplo, alguien puede lavar las frutas y verduras, otro medir los ingredientes y otra persona cocinar