Algunos activistas estadounidenses no soportaron más la incomodidad de tener en su seno la operación que realiza en su territorio Homestead y tomó como pívot el Día de las Madres, celebrado el pasado domingo, para protestar en contra de este albergue que ha separado a hijos migrantes de sus progenitoras.
La protesta tuvo epicentro en el sur de Miami, pero repercusiones en el estado de Texas y en el ama de muchos estadounidenses.
Esta práctica que abiertamente ha sido utilizada por la administración Trump como una medida de disuasión para que los centroamericanos desistan en sus caravanas que como oleadas llegan tras el “sueño Americano”, tiene roto el corazón de varios ciudadanos estadounidenses.

Unos 300 activistas se concentraron frente albergue de Miami para menores indocumentados Homestead, para pedir el cierre de esta instalación, que con capacidad para 3 mil 200 niños es el más grande de su tipo en EE.UU.
Mariana Martínez, de la organización American Friends Service Committee, uno de los grupos que fue parte de la manifestación frente a Homestead, ubicado al sur de Miami, fue una de las que solicitó un alto: “Que lo cierren y que no haya ningún centro o albergue que separa familias, no apoyamos este centro en la comunidad”.
El Día de las Madres, festividad de especial arraigo en Latinoamérica y que también se celebra en los Estados Unidos, fue la excusa para una protesta que pretende buscar erradicar la práctica de la separación de las familias en los casos de juicios migratorios, no solamente de sus padres, sino de sus patrocinadores en suelo estadounidense.
Una de las situaciones que más indignan a los activistas, es que la separación de las familias a través de los albergues se ha transformado en un negocio y acusan de lucrarse con el dolor humano a la empresa privada Caliburn International, una firma que está “ganando millones de dólares todos los días”, según el comunicado de la convocatoria con recintos de confinamiento para niños en Texas y Florida.
De acuerdo a un recuento de prensa, Homestead impidió recientemente una visita a tres congresistas para hacer supervisión en las instalaciones, un trío de representantes que ya había estado en el albergue de Florida y que emitieron comentarios descarnados sobre la situación en la que se hallan los menores en el recinto.
Los activistas hicieron ver que el albergue, para menores entre 13 y 17 años, “tiene más niños que una escuela secundaria en Homestead”, un suburbio del Condado Miami-Dade, y sin embargo “elude las regulaciones estatales de protección de niños” y tiene a los niños “en tiendas de campaña superpobladas”.