Un caparazón de tortuga dejado por un cazador y una vasija de cerámica: estos simples vestigios materiales, hallados tres años atrás, son los últimos rastros que se conocen de pueblos aislados en una tierra indígena en el norte de la Amazonía brasileña.
Brasil cuenta con evidencias de que existen pueblos sin contacto con la sociedad en el territorio Ituna/Itatá, en el estado norteño de Pará, con un tamaño similar a la enorme Sao Paulo, la megalópolis en el sureste del país.
Ituna/Itatá está protegida por una medida oficial provisoria contra la destrucción forestal, pero organizaciones indígenas piden al gobierno más expediciones en busca de vestigios para confirmar la presencia de pueblos aislados. Eso permitiría que el Estado delimite definitivamente el área para la preservación de la selva.
En Ita’aka, una aldea de 300 habitantes con casas de madera y paja, ubicada en la vecina tierra indígena Koatinemo, los relatos de encuentros fortuitos con “parientes” de comunidades no contactadas de Ituna/Itatá circulan entre las familias del pueblo Asurini.
“Mi cuñada me dijo: ‘¡Está ahí, está ahí!’, y era un chiquito que me miraba desde cerca, parecía del tamaño de ese árbol de plátano”, cuenta a la AFP Takamyí Asurini, un hombre mayor que muestra la cicatriz de un flechazo en las costillas que dice haber recibido de los aislados.
Las autoridades brasileñas prorrogaron el 18 de junio una ordenanza provisoria que, desde 2011, restringe el acceso a Ituna/Itatá para “garantizar la protección integral de los territorios con presencia de pueblos indígenas aislados”.
Las evidencias en el lugar incluyen desde avistamientos que se remontan a los años setenta hasta hallazgos arqueológicos que apuntan a la presencia de indígenas no contactados al menos desde 2009, según la agencia Burness, que apoya los esfuerzos por una demarcación definitiva del territorio.
“Los percibimos en la naturaleza”
Brasil reconoce 114 “registros de presencia” de indígenas aislados en la Amazonía, es decir, grupos que voluntariamente se mantienen sin o con escaso contacto con el resto del mundo.
De acuerdo con la estatal Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (Funai), este aislamiento a veces se debe a las consecuencias desastrosas de la interacción con el hombre blanco desde la época colonial: enfermedades, violencia física, saqueo de recursos naturales.
De los registros reconocidos oficialmente, cerca de la cuarta parte se consideran confirmados. Otros como los de Ituna/Itatá se toman como “fuertes evidencias” de existencia de pueblos aislados, aunque sin un trabajo sistemático oficial para su comprobación efectiva.
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Por mucho tiempo el Estado ha dejado en el “abandono” los registros que recogen las pruebas sobre la posible existencia de esos pueblos, lamenta Luiz Fernandes, miembro de la Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (Coiab).
“Para probar que hay aislados, el Estado necesita registros calificados, pero para nosotros es diferente: los percibimos en la naturaleza, en los sonidos que escuchamos, las presencias, a veces los olores”, dice Mita Xipaya, un activista indígena de 24 años.
Récord de deforestación
Las tierras no indígenas ya perdieron casi el 30% de su vegetación nativa en la Amazonía brasileña, desde el inicio de los registros, en 1988, según la ONG Instituto Socioambiental.
En contraposición, cayó 2% en las tierras indígenas delimitadas por el Estado durante el mismo periodo.
Desde hace una década, Ituna/Itatá sufre el asedio de acaparadores de tierras para la minería ilegal o la deforestación para actividades agropecuarias, según las autoridades.
Por: AFP