El fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos que impide a los beneficiarios de TPS acceder a una Green Card es claro. Al menos así lo perciben dos obispos de la Conferencia Episcopal de EE.UU. Según su análisis la bola del TPS está en la cancha del congreso. Es allí donde naturalmente se puede acordar un juego para arreglar el sistema de inmigración de los Estados Unidos.
El pasado lunes 7 de junio y con la fuerza de la unanimidad, hubo un desenlace. La Corte Suprema de Justicia del país sentenció que los inmigrantes con TPS no podrán acceder a la residencia permanente. Fue la causa del salvadoreño José Santos Sánchez y su esposa. Salió derrotada por la Procuraduría de los Estados Unidos.
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La jueza redactora del fallo fue la magistrada Elena Kagan. “El programa TPS otorga a los extranjeros el estatus de no inmigrantes, pero no los admite. Entonces, la concesión del TPS no hace que un participante ilegal … sea elegible” para un permiso de residencia, escribió.
Bola del TPS en la cancha legislativa
La institucionalidad estadounidense lleva muchos años raqueteando la conformación de una ley de inmigración que cree un sistema justo. El Arzobispo Thomas Wenski de Miami y el obispo de Tucson, Edward Weisenburger son testigos de excepción.
Sin embargo con intereses en su feligresía han emitido opinión. Hablaron en torno a lo que acontece con los beneficiarios del TPS. Ellos son miembros del Comité de Migración de la Conferencia Episcopal de EE.UU. Es así que desde su instancia pidieron al Congreso algo muy sencillo. “Dejen de dar patadas a la lata en el camino” de la reforma migratoria.

Según los Monseñores el fallo traduce que ambos extremos de la Corte Suprema están de acuerdo. El Arzobispo de Miami, Thomas Wenski, reveló lo que para los juristas de la nación fue una luz clara. “Básicamente están de acuerdo en una cosa simple de nuestro orden constitucional y es que el Congreso hace las leyes”.
“El Congreso ha dado en el pasado una patada a la lata en el camino. Esta es una forma de decirle al Congreso que dé un paso al frente y haga su trabajo”. La bola del TPS está en tu cancha. Wenski citó el hecho de que cuando se estableció el TPS nunca se concibió como vía para la residencia permanente. Y que aquellos que entraron legalmente en Estados Unidos y luego obtuvieron la protección humanitaria siempre han podido y pueden solicitar el estatus de no inmigrante.
En el limbo a purgatorio
La angustia de quedar en un espacio “limbus” es inenarrable. Los católicos tienen entre su sistema de creencias un episodio para ilustrar. Wenski lamenta el hecho de que el estatus de TPS deja a los beneficiarios en un limbo. Ocurre cada vez que expira y todavía están en el país.
Hay aproximadamente 400 mil personas en todo el país procedentes de 12 países con estatus de TPS. Uno de ellos es Haití. Sus nacionales en EEUU estuvieron recientemente con el corazón en la boca hasta que se decretó la prórroga.
El TPS también ampara a birmanos, salvadoreños, hondureños, nepalíes, nicaragüenses, somalíes, sur sudaneses, sirios, venezolanos y yemeníes. Los ciudadanos de estas naciones protegidas cada 6, 12 o 18 meses viven un purgatorio.
La ley federal puede modificarse
El obispo de Tucson, Edward Weisenburger, dijo que la ley federal siempre puede modificarse. Existe un proceso que haría letra viva incorporar a los que entraron en el país de forma ilegal. Cita el papel que han jugado ayudando al país durante la pandemia del COVID-19 como una prueba de por qué.

“Los beneficiarios de DACA, los amparados por el TPS, los trabajadores indocumentados tienen un profundo impacto en nuestra economía. Son actores en nuestra vida como nación”, dijo Weisenburger. “Durante la pandemia del COVID-19 más de 200 mil receptores de DACA lo demostraron. Igualmente inmigrantes indocumentados quienes hicieron de su trabajo esencial su salvavidas para nosotros y por nosotros”. De allí que es indiscutible que la bola del TPS está en la cancha del Congreso y éste debe jugar.
“Estas personas han enfrentado con demasiada frecuencia la incertidumbre y el rechazo. Han estado a merced de un sistema de inmigración roto”, continuó.
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Weisenburger tiene la esperanza de que, aunque “el momento ideal para que el Congreso actúe ya ha pasado”, éste aproveche lo que considera una oportunidad para avanzar en la reforma de la inmigración, citando la aprobación de la Ley American Dream and Promise Act y la Ley de Modernización de la Mano de Obra Agrícola en la Cámara de Representantes.