La relación que tendrá Joe Biden y los no ciudadanos pasará por difíciles pruebas. Los números de las encuestas y la actitud cívica asoman poca resistencia de la población. Son 11 millones de inmigrantes sin papeles que podrían transformarse alguna vez en votantes. Se habla también de los “dreamers” que son leales a las políticas demócratas.
Un borrón y cuenta nueva es lo que desea la legislación que llegó a la Cámara de Representantes y al Senado. Sin duda es una gran apuesta que realiza el nuevo Presidente quien honra con su acción una promesa de campaña. Existe una percepción general de que la sociedad estadunidense se ha tornado más liberal con el tema. Están saldando su cuenta con la doble moral. Por un lado los malquieren como ciudadanos, pero los adoran como empleados a sueldos mínimos.
No obstante todas las afecciones que podrían socavar la iniciativa legal vendrán del ámbito de la política partidista. Además parece que hay una resistencia interna en los espacios progresistas. Los azules creen que Biden debe derrotar primero a la pandemia y luego ocuparse de los inmigrantes.
Biden y los no ciudadanos
El ambicioso plan llamado U.S. Citizenship Act (Ley de Ciudadanía Estadounidense) es un marco regulatorio que establecerá una nueva dinámica entre Biden y los no ciudadanos. Requiere al menos 60 de 100 votos del Senado. El asunto no es imposible porque 10 republicanos acompañaron a los demócratas para condenar a Trump por insurrección.
En primer lugar la ley es un camino a la ciudadanía para millones de indocumentados. Asimismo generará reglas especiales para los ‘dreamers’ y otras comunidades. También hará una reforma al sistema de inmigración familiar. Hará un aumento de visados de trabajo. Además creará un enfoque diferente en cuanto a seguridad fronteriza. Por último estimulará la inversión en Centroamérica y las “causas raíz” de la inmigración desde la región.
Según una encuesta realizada por la Universidad de Quinnipiac publicada a principios de este mes hay lugar para el optimismo. Concluye que 65% de los estadounidenses creía que los inmigrantes no autorizados que viven en Estados Unidos deberían tener algún medio para convertirse en ciudadanos. El 20% dijo que se les debería exigir que se fueran. Por otro lado 9% dijo que se les debería permitir quedarse, pero que no deberían tener derecho a la ciudadanía estadounidense.
Estratega encuestador demócrata
Niall Stanage, escritor de The Hill, consultó la opinión de Fernand Amandi. Él es un estratega y encuestador demócrata con sede en Miami. Dijo que muchos defensores de la reforma en la comunidad latina estaban, sin embargo, contentos con la magnitud del nuevo plan. La respuesta de Biden y los no ciudadanos tiene una bienvenida.
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“Creo que mucha gente no había previsto que el presidente Biden iba a ser tan audaz, tan ambicioso”, dijo Amandi, que es cubano-americano. “Está inspirando a mucha gente el hecho de que esté dispuesto a ir a lo grande”.
Amandi añadió que el hecho de que los avances se produzcan en un salto gigante o en una serie de pasos más pequeños es en gran medida irrelevante para las personas que se verán beneficiadas.
“A la población indocumentada le importa un bledo si se hace a través de una acción ejecutiva, o a través de la aprobación de un proyecto de ley masivo en el Congreso, o poco a poco – siempre y cuando puedan llegar a lo que han estado buscando durante años, que es el estatus legal”.
Inmigrantes con la marea en contra
Es preciso remarcar que el binomio Biden y los no ciudadanos no la tienen todas consigo. El éxito del U.S. Citizenship Act depende de cómo se manejen las relaciones de poder. Desde los estadios progresistas a algunos demócratas sienten preocupaciones. Otean malos pronósticos en un electorado que se enfrenta a una pandemia. Esa reacción los transforma en poco entusiasta a la hora de abrir una nueva batalla sobre un tema históricamente divisivo.
El partido republicano parece ser más monolítico. Rechazad de plano la propuesta. El representante Jim Jordan, un partidario incondicional del ex presidente, emitió una declaración el jueves. Tachó el plan como una “propuesta radical” que ” debe ser rechazado por el Congreso.”
Reforma de la Inmigración Americana
Ira Mehlman, integrante de la Federación para la Reforma de la Inmigración Americana, fue consultada. Cuando se le preguntó qué tenía de malo el plan, respondió: “¿Por dónde empezamos?”.
“Prácticamente todo está mal”, añadió Mehlman. Su organización quiere reducir los flujos de inmigración. “El mayor problema general es que no hay nada en el proyecto de ley que sirva al público estadounidense. Crea una amnistía para las personas que rompieron nuestras leyes. Además da acceso a los trabajadores para las empresas que no quieren pagar a los trabajadores estadounidenses… Además no hay nada aquí para la seguridad fronteriza”. Desde esta perspectiva Biden y los no ciudadanos tienen una derrota asegurada.
Desde el punto de vista de Mehlman, el resquicio de esperanza es que la aparente disposición de Biden a considerar un enfoque más gradual reconoce que “se trata de una carga pesada”.
Un proceso gradual
El que 10 senadores republicanos hayan apoyado a los demócratas para inculpar a Trump, no es garantía de que se repetirá. No obstante el número es menor. Solo se requiere una decena de conservadores para que la ley sea aprobada. Biden y los no ciudadanos requieren de puntos de vista como el del senador Lindsey Graham. Sugirió en enero que estaba abierto a preservar el programa de la era Obama conocido como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que protege a los Soñadores.
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“La inmigración integral va a ser una venta difícil dado este entorno, pero hacer DACA creo que es posible”, dijo Graham.
Frank Sharry, fundador y director ejecutivo de America’s Voice emitió recientemente una declaración. Su organización hace campaña a favor de una reforma migratoria liberal. “Los que hemos trabajado con los republicanos sabemos que piden demasiado y entregan muy poco”, dijo.
Sharry argumentó que la política del tema ha cambiado de manera fundamental. “La inmigración como tema de cuña ha perdido gran parte de su ventaja en las elecciones”, dijo. “Los demócratas se han dado cuenta de que, en lugar de trabajar para ganarse a los espectadores de la Fox, deben conmover al 60% del país que quiere hacer cosas grandes”. Biden está dispuesto a poner a prueba esa propuesta.
Una reforma más
El panorama político para una reforma migratoria a gran escala es desalentador. Los principales esfuerzos realizados durante las presidencias de George W. Bush y Barack Obama fracasaron. La última gran reforma se produjo durante la presidencia de Ronald Reagan.
Algunos demócratas, incluso los que aceptan que hay un imperativo moral de hacer algo sobre el sistema de inmigración de la nación, se preocupan por si es un curso prudente para Biden en medio de la pandemia.