“Estoy escuchando mencionar un poco mi nombre. Me pregunto por qué será”, dijo Bernie Sanders a los pocos minutos de empezar el debate, organizado por la cadena CBS en Charleston con motivo de las primarias que tendrán lugar el sábado en Carolina del Sur.
El viejo Sanders fue el centro de la polémica en un debate que se transformó en una reyerta de poca monta donde los gritos, las descalificaciones y las desesperaciones por conducir sus bombas a la línea de flotación del socialdemócrata solo desveló que Bernie está tomando el control del partido demócrata y que los demás no saben qué hacer para pararlo.
Es así que el ataque contra Bernie Sanders estaba telegrafiado. Fue un acuerdo tácito abalanzarse contra quien ahora es el favorito. Sin embargo son abrumadores los comentarios matutinos que reflejan lo deslucido de la celada, la falta de coordinación y el evidente descontrol de sus correligionarios que ahora quieren hacer ver que Sanders no es un “hijo demócrata legítimo”, sino un “outsider” que ha venido a subvertir las simpatías de los progresistas puros.
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De acuerdo al analista de campañas electorales de POLITICIO, John F. Harris, “los demócratas necesitaban un buen debate, pero tuvieron uno malo” (…) Fue un par de horas perdidas para un partido y candidatos que no tienen tiempo que perder.
Un mal debate pero no para Sanders
La visión del analista de POLITICO indica que Sanders se presentó especialmente de una manera que ofrecía una imagen clara para que todas las partes lo juzgaran. Tuvo una gran oportunidad de exponer su caso más amplio: Los opositores lo llaman radical, pero, de hecho, sus ideas sobre la atención sanitaria y el cambio climático y una política exterior menos militarizada son sensatas y populares.
Los opositores también podrían citar sus propias palabras para mostrar que él es lo que dicen que es: Un ideólogo cuya visión del mundo está moldeada por décadas de disputas doctrinales que tienen poco que ver con los urgentes desafíos que enfrentan los demócratas o el país en general en este momento.
Las estancias en el pasado incluyeron una larga discusión sobre si Sanders era demasiado comprensivo con la dictadura cubana de Fidel Castro. Sólo porque haya dicho cosas positivas sobre la educación en Cuba, dijo Sanders, no significa que simpatice con los gobiernos autoritarios. “Cuando las dictaduras, ya sean chinas o cubanas, hacen algo bueno, lo reconoces”, dijo Sanders. “Pero no tienes que intercambiar cartas de amor con ellos.”
También dijo que “podría ser una buena idea ser honesto” acerca de cuándo los Estados Unidos han hecho cosas malas, como derrocar los gobiernos de Chile, Guatemala e Irán.
Y si estas posturas no habían sido suficientes para desmantelar el agabillamiento, Sanders sacó a relucir las más recientes encuestas que le sitúan por delante de Trump no solo en el cómputo general, sino también en los estados clave, aunque la duda entre algunos demócratas sobre una posible debacle electoral está ya sembrada.
Una opinión de The Hill
Para el equipo de análisis electoral del medio capitalino The Hill, Sanders ganó el martes al no perder en un escenario donde sus adversario buscaron fallidamente un equívoco.
De acuerdo a Niall Stanage, quien se encargó de las evaluaciones por el viejo medio especialista en política, Bernie Estuvo bajo el tipo de ataque sostenido que cualquier corredor se enfrenta cuando es favorito.
Biden sugirió que no podía lograr mucho. Bloomberg dijo que nominarlo le daría la reelección al Presidente Trump. El ex alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg, se quejó de que un concurso de Trump contra Sanders sería “tóxico” y “agotador”.
Pero Sanders resistió todas las críticas sin cometer grandes errores por su parte, aunque su continua defensa de los logros educativos de la Cuba de Fidel Castro desconcierta a muchos demócratas, especialmente en Florida.
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La realidad más inmediata es que Sanders no necesita ganar en Carolina del Sur, ya que está bien situado para el Súper Martes.
Sus rivales necesitaban hacerle mucho daño. Hubo muchos golpes en el escenario de Charleston, pero ninguno lo derribó, y mucho menos lo eliminó.
Oportunidades perdidas
Desde POLITICO se piensa que el debate demócrata perdió una gra oportunidad de hacer daño al verdadero rival de los progresistas: Donald Trump.
Todos los candidatos sumidos en la necesidad de ver correr la sangre de Bernie Sanders en el escenario, perdieron la oportunidad de transmitir lo que la mayoría de los demócratas considera la gravedad del caso contra el presidente Donald Trump. Gran parte del debate parece divorciado del momento actual, ya que el presidente, tras su impeachment, se ha embarcado en la llamada Gira de la Venganza. Ha tratado de purgar el poder Ejecutivo de los enemigos percibidos, ha suscitado protestas del Departamento de Justicia por sus comentarios estridentes en las causas penales en curso y ha criticado a los jueces del Tribunal Supremo por su nombre.
Pero los excesos que los demócratas del Congreso y los comentaristas liberales han calificado de asalto histórico al estado de derecho fueron mencionados sólo de pasada por los candidatos, que entrenaron su fuego sobre el otro mientras que en su mayoría recuperaban líneas de argumentos familiares contra Trump.
La conclusión
El debate demócrata en Charleston tuvo como signo una incoherencia gruñona que lo hizo dolorosamente difícil de seguir.
Sin embargo remontó un desafío estratégico, que es el problema de la apasionada pluralidad representada por el líder Bernie Sanders tomando el control del partido. Él está a punto de tener éxito en este objetivo, incluso cuando hay amplias pruebas de que está fuera de sintonía con la mayoría de los demócratas, tanto en la ideología como en las cuestiones prácticas de cómo ganar las elecciones de 2020 o gobernar después.