Solíamos pensar en los Estados Unidos como un castillo impenetrable. Ningún ejército podría entrar, ningún ataque pasaría desapercibido porque tenemos un Coast Guard, una Armada, una Fuerza Aérea, los Marines, para mantenernos a salvo. Perdimos nuestra tranquilidad ese día, nuestra sensación de seguridad, la certeza en nuestra fuerza superior. Nadie contempló que el ataque podría tomar la forma de los ataques terroristas del 11 de septiembre. Es difícil comprender en este 18 aniversario que tantos hombres y mujeres volaron a diferentes destinos a trabajar para nunca regresar a sus hogares. 2.983 hombres, mujeres y niños murieron en los ataques de 2001. El 9/11 Memorial & Museum será el lugar de celebración de una ceremonia anual durante la cual se leerán los nombres de los que perecieron ese día. La ceremonia comenzará a las 8:39 a.m., el momento en que el primer avión golpeó la primera torre. Habrá un momento de silencio en la Casa Blanca presidido por el Presidente y la Primera Dama. Se planean otros cinco momentos, con un total de seis, dos por el momento en que las torres fueron golpeadas, dos por el momento en que cayeron, uno en el momento del ataque al Pentágono y uno más por el momento en que el vuelo 93 de United se estrelló en Shanksville, Pennsylvania.
The Tribute in Light en Nueva York volverá por un año más. Los recuerdos aún están frescos para quienes vimos las imágenes de televisión de los ataques y noticias sobre el avión de United que se estrelló en Pensilvania. Es lamentable que la represalia contra los culpables de ese trágico ataque haya sido mal dirigida. El presidente George W. Bush fue a las ruinas de las torres en Nueva York declaró que los terroristas debían estar alerta. En ese momento no teníamos una idea clara del autor intelectual de los ataques. El nombre de bin Laden surgió más tarde y la búsqueda comenzó para vengarse. Mientras tanto, nuestras tropas crearon el caos en el Medio Oriente invadiendo Irak para derrocar a Saddam Hussein. Bush declaró erróneamente Misión Cumplida, pero lo sabemos solo en retrospectiva. En ese momento, parecía apropiado apoyar lo que nuestro gobierno estaba haciendo porque entendimos que el objetivo era restaurar la credibilidad y la fe en nuestra fuerza, enviando un mensaje a los terroristas de que sus acciones se enfrentarían con enorme fuerza. Pero derrotar a Hussein no fue suficiente, y nuestras vidas cambiaron para siempre después del 11 de septiembre. Cambió la forma en que viajamos, la forma en que nos saludamos o nos despedimos en los aeropuertos y, con toda seguridad, la sensación de que nuestras fronteras son impenetrables y estamos seguros en nuestra vida cotidiana. El terrorismo doméstico ha ayudado a destruir nuestra paz, y en este aniversario recordamos aquellos años anteriores al 11 de septiembre con nostalgia por la inocencia de otras eras. La conmemoración del 11 de septiembre es otra oportunidad para renovar nuestra obligación de buscar formas de restaurar la paz en este mundo. Solo las palabras de comprensión, no las armas, unirán a la humanidad.
Editorial