Andreína Martínez es una dominicana amante de la bachata que sueña en grande, a tal punto que transforma esos sueños en realidad. Lleva consigo una historia motivacional y de superación, la cual conjuga con su voz para inspirar a otras mujeres a luchar por eso que tanto anhelan.
El carisma, la elegancia, la inteligencia, pero sobre todo la determinación, le permitieron a Martínez convertirse en Miss República Dominicana Universo y segunda finalista del Miss Universo 2022, algo que para ella ha sido una bendición.
“Honestamente nunca pensé en llegar tan lejos, viniendo de una familia muy pobre en República Dominicana. Me mudé a Estados Unidos cuando tenía apenas 13 años sin saber el idioma, sin mi familia, sin mi madre. Nunca me vi llegando al Miss Universo, y eso para mí ha sido una bendición muy hermosa”.
Desde pequeña Martínez sabía lo que quería. “En el 2003, Amelia Vega ganó el Miss Universo, y yo dije yo quiero estar ahí. De hecho, mi padre, cuando estábamos todos viendo el concurso, me dijo: ella se te fue adelante, te toca a ti de segunda”.
El momento de perseguir un sueño
El enfoque de Martínez cambió un poco al llegar a Estados Unidos. Antepuso la educación, la formación y el trabajo como muchos inmigrantes cuando salen de su país natal, antes de cumplir su sueño de participar en los concursos de belleza.
“Cuando me gradué de la universidad pensé que era el momento de perseguir mi sueño. Me lancé a participar en un concurso de belleza de Estados Unidos, gané y ahí fui a Miss República Dominicana Universo, con todo el corazón lleno de miedo, ansiedad, pero firme en lo que sabía que podía ser”.
Martínez estudió psicología porque siempre ha pensado que el comportamiento humano es demasiado interesante, pero también estudió ciencias políticas porque al mudarse a Estados Unidos notó la carencia de políticas públicas para ayudar a los inmigrantes. Gracias a esta última carrera tuvo la oportunidad de trabajar en el Senado de New York y en el Senado de Estados Unidos.
Retos superados con enfoque y determinación
En la vida de Martínez hay varios retos que ha superado con determinación y enfoque. Entre ellos está mudarse a Estados Unidos sin su madre y tratar de ser esa figura materna para sus hermanos, lidiar con el idioma, superar el Covid-19 y sobrellevar las críticas. “Nunca se está preparado para el escrutinio público que vas a recibir en la palestra”.
Emigrar de su amada República Dominicana fue un choque cultural para Martínez, comenzando por el idioma. “Añoraba no tener familia cerca, la nostalgia de no tener a mi gente, mi casa, mis vecinos. Me mudé a New York, y algo que me sorprendió bastante es que se decía ‘buenos días’ en el elevador, yo no conocía a nadie en el edificio donde vivía. Fue un shock muy grande”.
Martínez creyó en ella, en su disciplina y en su capacidad de convertir los obstáculos que se le fueron presentando en retos. “La vida no siempre te va a poner todo a tu favor, sin embargo, es importante ser perseverante y resiliente. A mí me funcionó, y a cualquiera también le puede funcionar”.