Probablemente la visibilidad de las fiestas clandestinas o sin autorización en las calles se haya disparado desde que la pandemia por coronavirus colocó por periplos el estado de confinamiento a los espacios sociales de Filadelfia.
Esta acción al parecer ha destapado un proceso psicosocial perturbador, no solo porque los participantes de estas reuniones se exponen a ser contagiados por la COVID-19, sino que se convierten en potenciales vehículos para llevar la enfermedad al seno de sus familias y afectar la salud de los mayores, grupo que estadísticamente es el que abandera la tasa de mortalidad.
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Ahora a las fiestas se agregan las armas y las drogas y no es que se haya hecho un descubrimiento, siempre han estado allí. Las drogas los jóvenes las usan de manera indiscriminada, pero en una situación de la noche del sábado las armas y sus detonaciones fueron parte de la fiesta.
En esta oportunidad no se hirieron o mataron a tiros entre “invitados”. Los gatilleros quienes fueron sorprendidos por patrulleros que demandaron la disolución de la reunión, fueron recibidos a balazos y en el auto de la policía están las perforaciones que como evidencia se manejan en el incidente que quedó registrado como la “fiesta en el barrio Summerdale”
Los reporteros de staff de CBS3 tuvieron los detalles y sobre los datos de segunda mano de estos colegas es que se realiza esta nota periodística.
De forma simple la historia precisa que un patrulla de la policía de Filadelfia fue alcanzada por disparos cuando una fiesta de la cuadra se dispersa en la sección de Summerdale de la ciudad. El caos estalló el sábado por la noche en la calle Brill y la avenida Summerdale.
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La policía dice que alguien de la multitud sacó un arma y abrió fuego, golpeando un coche de policía ocupado.
Un hombre armado en una motocicleta se fue, tirando al suelo a un oficial de policía.
El oficial se golpeó la cabeza pero se espera que esté bien.