La madrugada del 16 de septiembre de 1810, en un pequeño poblado de Guanajuato llamado Dolores, un sacerdote decidió que no había marcha atrás. Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado de un grupo de conspiradores y campesinos armados con palos, piedras y herramientas de campo, lanzó un llamado que cambiaría para siempre el destino de la Nueva España, el conocido Grito de Dolores. Con él nació el movimiento de Independencia de México cuyo eco aún resuena más de dos siglos después.
La conspiración no surgió de la noche a la mañana. Durante meses un grupo de criollos ilustrados, entre ellos Ignacio Allende, Juan Aldama, Josefa Ortiz de Domínguez y su esposo, el corregidor Miguel Domínguez, planearon una insurrección contra el dominio español. Las ideas de libertad y soberanía ya circulaban gracias a la influencia de la Ilustración, la Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos. Además, la crisis política en España provocada por la invasión napoleónica debilitaba a la Corona y abría la posibilidad de un cambio.
El levantamiento estaba programado para octubre de 1810. Sin embargo, la conspiración fue descubierta antes de tiempo. La noticia llegó a Hidalgo en la noche del 15 de septiembre a través de un mensajero enviado por Josefa Ortiz. El sacerdote, entonces párroco de Dolores, comprendió que no había alternativa; si esperaban, serían arrestados y ejecutados, pero si actuaban, al menos tendrían una oportunidad de luchar por la libertad.
En la madrugada del 16 de septiembre, Hidalgo hizo sonar las campanas de la parroquia de Dolores para reunir a la población. Allí en la plaza pronunció palabras que no se han conservado textualmente, pero que invitaban a levantarse contra el mal gobierno y la opresión. El clérigo arengó al pueblo a defender la tierra, la religión y la justicia, y levantó como estandarte una imagen de la Virgen de Guadalupe, símbolo que uniría a miles de insurgentes en los meses siguientes.
El movimiento que comenzó con un puñado de campesinos, pronto se transformó en una masa popular. Con rudimentarias armas el ejército insurgente avanzó hacia ciudades importantes como San Miguel el Grande y Guanajuato. La causa de Hidalgo, Allende y Aldama encendió una guerra que duraría 11 años, hasta la consumación de la Independencia en 1821.

El legado del Grito
Más allá de su resultado inmediato, el Grito de Dolores marcó el inicio de una lucha colectiva por la soberanía. Hidalgo sería capturado y fusilado en 1811, pero su acción encendió una chispa que otros continuaron; José María Morelos, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria entre muchos más. Todos contribuyeron a la larga gesta que culminó con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.
Hoy, cada año, la madrugada del 16 de septiembre se recuerda como el momento fundacional de la nación mexicana. El Grito de Independencia se ha convertido en la ceremonia cívica más importante del país, cargada de simbolismo y orgullo patrio.
Cada 15 de septiembre, poco antes de la medianoche, el Presidente de la República se asoma al balcón central de Palacio Nacional en la Ciudad de México. Allí, frente a miles de personas reunidas en la Plaza de la Constitución, el Zócalo capitalino, hace sonar la campana original del templo de Dolores y pronuncia vivas en honor a los héroes de la Independencia: “¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva la Independencia!”. La multitud responde al unísono agitando banderas tricolores y coreando con emoción.
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El ritual se repite en plazas públicas y palacios de gobierno de todo el país, donde gobernadores y alcaldes reproducen el Grito ante sus comunidades. A la par, la celebración se convierte en una fiesta popular con música de mariachi, bailes folklóricos, fuegos artificiales, antojitos mexicanos como pozole, tamales y tostadas, así como la infaltable bebida nacional, el tequila.
Más que una fiesta patriótica
La conmemoración del Grito de Dolores es al mismo tiempo, un acto de memoria histórica y una expresión de identidad. Para millones de mexicanos, dentro y fuera del país, representa la unión alrededor de símbolos comunes: la bandera, el himno, la Virgen de Guadalupe y los nombres de los héroes insurgentes. Es también un recordatorio de que la libertad y la justicia fueron conquistas logradas con sacrificio.
A 215 años de aquella madrugada en Dolores, el llamado de Hidalgo sigue vivo. El Grito no solo evoca el inicio de la lucha independentista sino que reafirma, año con año, el orgullo de ser mexicano.