Cuando Steven Spielberg tomó la decisión en la década de 1990 del siglo pasado de hacer del libro del escritor australiano Thomas Keneally, “El Arca de Schindler”, una película, no tenía idea de la cantidad de historias que en paralelo tienen en sus tuétanos el mismo espíritu.
En Filadelfia podríamos desarrollar el guión para que, tal vez, el hijo putativo de la ciudad, Manoj Nelliate Shyamalan, dirija la historia del recientemente fallecido Richard Tyler, un apasionado defensor del legado arquitectónico patrimonial, quien ayudó a salvar de las garras ignominia a edificios históricos de la talla de Lit Brothers, una tienda por departamentos erigida en 1891en North 8th y Market Streets.
Hoy en homenaje proponemos parafrasear un largometraje imaginario que hemos titulado “La Lista de Tyler”, en reconocimiento a quien desde 1974 dirigió la Comisión Histórica de la ciudad, oficina que libró de los golpes de la demolición a una vasta porción de edificaciones y zonas residenciales, que de no ser por la Ley que él ayudó a redactar que otorga a la Comisión Histórica la autoridad para detener las demoliciones de edificios históricos certificados, Filadelfia tuviese más cicatrices de las que ya exhibe.
Otro de los significativos logros de Tyler, fue detener la demolición de la Eastern State Penitentiary, la afamada prisión que tuvo entre sus “inquilinos” a al ladrón de bancos “Slick Willie” Sutton y al legendario Al Capone.
Tyler sirvió bajo la tutela de cinco alcaldes, y se jubiló en el 2005. De manera significativa y con el uso de sus habilidades para codearse en las esferas del poder, el espigado especialista en Historia Americana licenciado por la Universidad de Harvard y con un doctorado de Berkeley, ayudó a salvar más que moles de acero y concreto, arrancó de la muerte historias de la urbe, tramos narrativos que sirven de mapa que ayuda a los ciudadanos a pertenecer al terruño.

Quien nació en Norristown, tuvo la poca fortuna de no poder rescatar de las fauces del modernismo a su propio vecindario, Spruce Hill en el oeste de Filadelfia, pero sí hizo que la parca que se lleva al hades de los edificios no tocara el corredor de Diamond Street en el norte de Filadelfia, lugar que fue el primer distrito histórico de la ciudad. Fue una obra suya, porque tras graduarse de abogado en la Universidad del Temple, logró una enmienda de su propia ley con la que consiguió que la ciudad designara barrios enteros como distritos históricos: Rittenhouse-Fitler y Society Hill, son dos áreas residenciales que aún están de pie y han prosperado.
Este es solo un trozo de su vida, una existencia que fue predestinada para asegurar que el testimonio del hombre en la creación de la ciudad no sea tan fácilmente vulnerado.