La NBA atraviesa un momento histórico: la temporada 2025/2026 cuenta con 135 jugadores nacidos fuera de Estados Unidos, provenientes de 43 países y seis continentes, igualando su récord absoluto de internacionalización. Sin embargo, Latinoamérica brilla por su ausencia. Mientras Europa y Canadá viven un auge de talento, la representación latinoamericana se ha reducido a su mínima expresión en décadas.
“Bajó mucho la representación latinoamericana”, advierte el periodista argentino Alejandro Pérez, especialista en baloncesto y voz reconocida en la región. Entre los nombres destacados apenas figuran Karl-Anthony Towns y Al Horford, ambos dominicanos y figuras consolidadas en la NBA; José Alvarado, puertorriqueño de los New Orleans Pelicans; el brasileño Gui Santos, de los Golden State Warriors; y el mexicano Jaime Jaquez Jr., una de las pocas promesas con protagonismo creciente en Miami Heat.
El dato es revelador: solo dos jugadores nacieron efectivamente en América Latina —Horford y Santos—. El resto son naturalizados o descendientes que desarrollaron su carrera deportiva en Estados Unidos. Casos como los de David Jones García, Justin Minaya, Koby Brea, Julian Strawther o el propio Jaquez Jr., si bien representan a países latinoamericanos en torneos FIBA, nacieron y se formaron en suelo estadounidense.
Un retroceso regional
La merma de talento latinoamericano responde a factores estructurales y contextuales. “Cada país tiene su propia realidad, pero hay un retroceso generalizado”, sostiene Pérez. En Argentina, la otrora potencia que exportó a Ginóbili, Scola, Nocioni y Oberto, “bajó mucho la calidad de la competencia interna”. El deterioro deportivo y económico de la liga local, sumado a la emigración temprana de jóvenes talentos, ha provocado un vacío generacional: “Los chicos se van muy rápido al exterior. Ya no hay jóvenes que disputen el lugar a los veteranos”, explica.
Brasil, que durante años produjo figuras como Barbosa, Splitter o Varejão, atraviesa un estancamiento similar. Su baloncesto no genera actualmente jugadores con la proyección internacional de antaño. Puerto Rico, que tuvo referentes como Carlos Arroyo o José Juan Barea, hoy depende exclusivamente de Alvarado, “un buen jugador, pero sin gran trascendencia”, puntualiza Pérez.
El resultado de este declive fue visible en el Mundial FIBA 2023, donde ninguna selección latinoamericana alcanzó el Top 8. México y Venezuela quedaron eliminados en la fase de grupos, mientras que República Dominicana, Puerto Rico y Brasil cayeron en la segunda ronda. Argentina, histórica medallista olímpica, ni siquiera logró clasificarse.
Europa y Canadá, en ascenso
En contraste, el talento europeo y canadiense domina la NBA moderna. Francia y Canadá lideran la expansión: los franceses aportan 16 jugadores y los canadienses 19, cifras que superan un plantel completo de selección nacional. “Francia hoy desbanca al viejo bloque yugoslavo; es una máquina de generar buenos jugadores”, afirma Pérez. En el caso canadiense, el fenómeno responde a la proximidad y al sistema de formación estadounidense, donde muchos de sus jugadores se desarrollan.
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La esperanza latinoamericana se sostiene apenas en algunos juveniles. El mexicano Karim López, según el exjugador Horacio Llamas, podría llegar al Draft de 2026. En Argentina, nombres como Tyler Kropp, Felipe Minzer e Iván Prato aparecen en el radar, aunque todos son menores de 19 años.
Pese a ello, el panorama no invita al optimismo. “Hoy no se puede pronosticar un desarrollo que los lleve a la NBA”, concluye Pérez. Mientras Europa consolida su dominio y América del Norte amplía su influencia, el baloncesto latinoamericano parece haber perdido el brillo de su “Generación Dorada”, quedando relegado a un papel secundario en el mayor escenario del deporte mundial.

































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