Anita Hill podría ser la figura con la que el ahora precandidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Joe Biden, tendrá que lidiar, y que transformará los enfrentamientos con el reconocido artero Donald Trump, en encuentros de sosiego.
Apenas el jueves pasado Joe Biden hizo oficial su participación en las primarias demócratas a través de un video, ya la sombra de profesora de la Universidad de Brandeis, Waltham, Massachusetts), le emborrascaba el panorama.
Es innegable que el exvicepresidente Joe Biden, de los 19 demócratas aspirantes a desbancar a Donald Trump, es el que hasta ahora presenta mejores números en las encuestas, pero ¿esta tendencia se mantendrá así o será rebasado en la carrera por un correligionario? Este es la pregunta con Anita Hill en el horizonte.
La abogada y activista es conocida porque en 1991 acusó al candidato a la Corte Suprema de los Estados Unidos, Clarence Thomas, de haberla acosado sexualmente mientras era su supervisor en la EEOC (Equal Employement Opportunity Commission) en la década de los 80.
La utilización durante el juicio del concepto “acoso sexual” significó el dar a conocer y popularizar un término que desde mediados de los 70 surgió en los círculos del movimiento feminista radical.
En términos concretos Joe Biden está registrado en la historia como el presidente de la Comisión de Justicia del Congreso ante la que testificó Anita Hill. Y es precisamente ese lastre en la carrera de Biden del que se quiso deshacer. De acuerdo a una publicación del The New York Time, Biden le expresó recientemente a la profesora “su arrepentimiento por lo que padeció” en 1991.
Las disculpas llegaron a través de una llamada telefónica preparada por la oficina de campaña de Joe Biden, equipo que solicitó que el hecho no se hiciera público, pero la maltratada afroamericana dijo, de acuerdo al rotativo de la Gran Manzana que “no puedo quedarme satisfecha simplemente porque diga ‘siento lo que le pasó’”.
“Una cosa es que se me disculpe a mí. Pero debe dar una disculpa a otras mujeres y al pueblo de América porque sabemos lo decepcionada que mucha gente de todo el país quedó cuando vio aquello. Hablamos de gente que realmente ha perdido su confianza en el gobierno a la hora de responder al problema de la violencia de sexos”, añadió.
Curiosamente la línea estructural de la campaña de Joe Biden fue revelada en un mensaje inicial que advirtió de rescatar “los valores fundamentales de esta nación, nuestra posición en el mundo, nuestra democracia, todo lo que ha hecho que Estados Unidos sea Estados Unidos, está en juego. Es por eso que anuncio mi candidatura para la Presidencia”, dijo Biden en un vídeo publicado en su cuenta de Twitter.
Esta línea argumental aunque está dirigida al presidente Trump, como la encarnación de “todo lo malo”, en el espíritu de Anita Hill es un boomerang que se regresa a la frente de Joe Biden, porque en lo más profundo de su alma solo se quedará “satisfecha cuando vea que hay cambios de verdad y se rinde cuentas”.
Las palabras del precandidato, tanto las de disculpas como las lanzadas a la nación, le son huecas a Anita. Ella cree que la gente puede cambiar, pero la forma en que Biden sigue hablando del incidente le hace pensar que haya asumido realmente las consecuencias que tuvo su conducta.
Biden dijo en marzo que lamenta “no haber podido darle el tipo de audiencia que se merecía” a Hill, algo que los defensores de la mujer creen que sí estaba en posición de hacer, en calidad de presidente de la comisión del Congreso ante la que testificó.
Para mayor perjuicio de Biden, el caso volvió a salir a la luz a raíz de la audiencia con la doctora Christine Blasey Ford, que acusó de abusos sexuales al juez Brett Kavanaugh, que hoy se sienta en el Supremo.