En los Estados Unidos la desconfianza en la vacuna contra la COVID-19 se podía respirar en el aire hace meses atrás. Sin embargo con la salida de la inmunización ha llegado un voto de confianza a Pfizer. Según el Centro de Investigación Pew 49% de los adultos estadounidenses dice que definitivamente o probablemente no se vacunarán.
Aunque la fracción sigue siendo alta, tuvo un peor escenario en mayo. En el quinto mes del año 79% de los estadounidenses daban un rotundo no a la vacuna. Entre sus detractores están los representantes de la minoría afroamericana.
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A nivel nacional, los afro estadounidenses representan aproximadamente el 13% de la población. En contraste aportan a los registros el 24% de las muertes por coronavirus. Un patrón social de desconfianza los inhibe a ser parte de la vacuna, pero la historia puede desde filadelfia ayudar a dar un giro a favor de la ciencia.
Philly y el voto de confianza
Hace unos días la doctora Ala Stanford no iba a recibir la vacuna. Ella padeció el virus. Quería dejar que sus anticuerpos naturales hicieran el trabajo. Luego cambió de opinión.
En abril, Stanford creó el Consorcio de Médicos Afros COVID-19. Fue en respuesta a lo que ella consideraba una falta de pruebas asequibles y sin barreras para los afroamericanos en Filadelfia.
Como resultado, Stanford se ha convertido, en cierto sentido, en la cara de la respuesta de COVID-19 para la comunidad negra de Filadelfia. Eso se hizo muy claro para ella durante el fin de semana.
“Hubo mucha gente que dijo, ‘Doc, realmente apreciamos lo que está haciendo, cuando me diga que me ponga esa vacuna lo hago”, dijo Stanford. “Siento como si lo hubiera escuchado 100 veces.”
Ayudar a la comunidad
Dijo que se dio cuenta de que no todo el mundo tenía acceso a las pruebas de anticuerpos regulares que planeaba hacer. Su madre no se vacunaría si no lo hiciera. Tampoco la madre de su marido.
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“Mi razonamiento para no tomarla no iba a resonar en la gente”, dijo Stanford. “Todo lo que iban a oír era que la doctora Stanford no se iba a poner la vacuna.”
Stanford sabía que la investigación mostraba que la vacuna era segura y efectiva. Así que decidió dar un voto de confianza a Pfizer. Asimismo, ayudar a que los afroamericanos entiendan que es mejor tener la vacuna que sufrir el virus.