“Show me the money, show me the money”, la oración se escuchó en alegre letanía en la ciudad de Nueva York, urbe en la que tuvo lugar un agasajo multitudinario para festejar el cuarto título mundial y el segundo consecutivo de la selección de femenina de fútbol de los Estados Unidos.
Miles de neoyorquinos y medio planeta a través de la televisión, se dieron el gusto de ver desfilar en coloridas carrozas a las 28 jugadoras del combinado nacional, que fueron atrapadas por la fama antes de obtener la copa en Francia.
La notoriedad arribó a las chicas el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cuando indicaron a la Federación la situación de “discriminación de género institucionalizada” por cuestiones salariales.

Desde el alcalde de la ciudad, Andrew Cuomo, hasta la más pequeña de las entusiastas fanáticas, gritaban el lema “USA, equal pay!”, demanda que no solo exige consideraciones en el tema salarial, sino igualdad en el tratado por parte de la Federación en términos de los lugares donde juegan y cada cuanto tiempo, los entrenamientos, los tratamientos médicos e incluso el transporte a las convocatorias.
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Sin dudas los EE.UU. celebró en casa el triunfo mundialista de las ahora tetracampeonas, victoria lograda en Francia tras vences en la final a Holanda 2-0. No obstante el partido por la igualdad de derechos mantiene los relojes girando y al parecer no se detendrán hasta lograr la equidad.
Aunque todas las integrantes de la selección son unas estrellas, una con un brillo particular es Megan Rapinoe, la capitana, que se ha convertido en un símbolo de miles de niñas, así como azote de Trump: “Tenemos que amar más y odiar menos”.
Durante el desfile, y bajo toneladas de confeti, las jugadoras se repartieron en varias de las carrozas y fueron acompañadas por varias autoridades entre otras el alcalde Bill de Blasio y el gobernador, Andrew Cuomo.