Tras la detención, el enjuiciamiento y la deportación del tenista serbio Novak Djokovic en Australia, otros atletas de élite han saltado a la palestra por no estar vacunados.
El base de los Nets, Kyrie Irving, agrandó su renombre en la NBA al negarse a ser inmunizado. El glorioso equipo de fútbol alemán Bayern de Múnich tenía un nido antivacunas en su vestuario que se convirtió en un asunto de Estado. La Canciller Ángela Merkel tuvo que pedirles que se vacunaran.
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El último en saltar a la palestra es la estrella mundial del surf, Kelly Slater, quien también podría verse excluido de competir en Australia si no se vacuna contra el coronavirus.
Ahora la gente común se pregunta por qué estos deportistas de élite que deberían ser un ejemplo para la sociedad se niegan a recibir la inyección. El doctor Darren Briton, psicólogo deportivo de la Universidad de Solent, en Reino Unido, dijo a la BBC que los atletas tienden a estar mucho más preocupados por sus cuerpos que la mayoría de los mortales.
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“Para los atletas, sus cuerpos son su bien más preciado. Es probable que algunos de ellos duden en ponerse una vacuna si no se les ha proporcionado suficiente información o si han sido mal informados”, explicó el doctor Britton.
Además los antivacunas que abundan en las redes sociales han promovido una serie de conjeturas. “Hubo preocupaciones iniciales, por ejemplo, sobre si la vacuna podría afectar su desempeño o incluso aparecer en las pruebas antidopaje”, agregó el experto.