Estados Unidos a estas alturas estuviese envuelto en una conflagración bélica con Corea del Norte, o más allá, “habría una guerra muy grande en Asia”, de no ser por las labores de acercamiento y diálogo que desde la Casa Blanca se ha emprendido con el presidente Donald Trump a la cabeza.
Antes de dirigirse a Camp Davis, donde participó en un retiro con líderes republicanos para debatir las prioridades legislativas de 2019, Trump se adjudicó la estabilidad en las tensas relaciones con Pionyang e indicó que de no haber llegado a Washington habría una guerra con ese país.
“Cuando llegué aquí este país estaba rumbo a una guerra con Corea del Norte y ahora tenemos un muy buen diálogo”. Trump sumó aún más, aseguró que de no haber llegado a la Casa Blanca, habría en este momento una guerra “muy grande” en Asia.
El miércoles pasado Trump dijo haber recibido una carta “formidable” de Kim y que está dispuesto a una segunda reunión entre ambos mandatarios.
Además, el Jefe de Estado norteamericano señaló que están en negociaciones para elegir dónde tendrá lugar su próxima cita con el líder norcoreano, Kim Jong-un.
Ese día resaltó que ambos “han establecido una muy buena relación” aunque precisó que no hay “ninguna urgencia” para organizar el encuentro.
La fuerte tensión que percibió al llegar a Washington entre su nación y Corea del Norte, lo motivó a “hacer algo”, confesó el neoyorquino, que reiteró que sus movimientos habían contenido una “guerra muy gorda” en Asia si no hubiera accedido a reunirse con Kim el año pasado.
En contraste con la visión personal del Jefe de la Casa Blanca están las declaraciones del líder norcoreano, quien en su mensaje de Año Nuevo especificó que, “si EE.UU. no rebajaba las sanciones políticas y económicas contra su país, se vería obligado a romper sus compromisos con Washington”.
En su intervención para el buen augurio en 2019, Kim también señaló su interesada disposición a una segunda reunión con Donald Trump.
Trump le respondió en la noche del martes con un mensaje en Twitter en el que afirmó que “espera con interés reunirse con un líder que se da cuenta de que Corea del Norte posee un gran potencial económico”.
Con respecto a los caminos que elegiría Pionyang de romper sus compromisos con Washington, se puede especular en torno al desarrollo de su propio programa nuclear, alternativa aludida en varias ocasiones Kim Jong-un, acción que sería un desafío para los Estados Unidos y para las Naciones Unidas.