Las líneas que dibujan la supuesta “insurrección” promovida por Donald Trump, que derivó en asalto y muertes en el Capitolio son claras. “Amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió en la transición pacífica de poder, y puso en peligro una rama de Gobierno. Por tanto, traicionó su confianza como presidente, con los daños manifiestos consiguientes al pueblo de los Estados Unidos”.
Así reza el artículo que entregó una comisión de nueve “fiscales” designados por la Oradora de la Nación, Nancy Pelosi, a la Cámara del Senado. Su jefe, Jamie Raskin, leyó el acta de acusación por “incitación a la insurrección” en el hemiciclo del Senado, unas palabras que resonaban de manera especial pues todos en el edificio, congresistas y senadores, fueron testigos de los hechos violentos.
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Con esta resolución se activó el segundo juicio político que encarará Donald Trump. El cuadragésimo quinto presidente fue acusado el 13 de enero cuando aún estaba en el poder. Ahora será procesado sin la investidura del Ejecutivo, hecho que le brinda otro récord.
Durante el acto formal de la noche del lunes se dio inicio al impeachment contra el expresidente. Está acusado de “incitar a la insurrección” durante la asonada contra el Capitolio. La apertura de este juicio invocó la solemnidad de la rama legislativa del Estado. Y aunque la ley precisa que el proceso ha de comenzar al día siguiente en la hora nona, ya hay un acuerdo para arrancarlo la segunda semana de febrero.
Insurrección e inhabilitación
Es claro que el proceso no podrá resultar en la destitución de Trump. Este se fue a su mansión de Mar-a-lago de Florida tras la ascensión de Joe Biden. Sin embargo los demócratas confían en que resulte en la inhabilitación del expresidente para ocupar futuros cargos políticos. La incitación a la insurrección es un delito grave en manos de un Presidente.
En la Cámara alta el veredicto requerirá el voto de dos tercios. Se traduce en 67 de los 100 senadores. Actualmente demócratas y republicanos están igualados, 50-50. Esto supone de facto el control para los demócratas. La ley es clara, en caso de empate el voto de la vicepresidenta del país, Kamala Harris, dirime. Pero la condena a Trump, que dará lugar a un voto posterior de inhabilitación para impedirle volver a presentarse a las elecciones, necesitaría el respaldo de 17 republicanos.
Los conservadores han tratado de escalar sobre el discurso de unidad de Joe Biden. Aun con el juicio activo esperan que esa atmósfera ahogue el fuego de una sentencia condenatoria. Los republicanos argumentan que si Biden desea pasar la página, los demócratas del Senado deberían hacer lo mismo también.
Miedo a las circunstancias
Un país tan polarizado como EEUU es caldo de cultivo para cualquier cosa. Los conservadores están recreando las infinitas posibilidades de tener una nación ingobernable si Trump es declarado culpable de insurrección.
Sobre el asunto ya se había pronunciado el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer. Una cosa es que el presidente Joe Biden quiera unificar al país y otra distinta es que no se castigue un presunto delito.
“No se equivoquen, habrá un juicio y cuando el juicio termine los senadores tendrán que decidir si creen que Trump incitó la insurrección contra Estados Unidos”.
Por su parte, la administración Joe Biden está apartada del impeachment trial. Está más bien urgida de dejar atrás la figura del Donald Trump y avanzar en la recuperación económica del país. Asimismo espera aprobación del congreso para contar con mejores herramientas para atacar a la pandemia de COVID-19.
Y también está MAGA
Antes del proceso que ya está en el Senado, uno de sus integrantes, el republicano Marco Rubio dio una interesante opinión. Con respecto a la acusación por insurrección dijo que es contraproducente. “Ya tenemos un incendio en este país, y se está usando un montón de gasolina para verterla sobre el fuego”.
Por otro lado hay algo que pudiera surgir y hacerle daño al status quo del que se benefician los demócratas. Según informes, Donald Trump quiere establecer su propio “Partido MAGA”. Con él desafiaría a los republicanos “desleales” que ayudaron a acusarlo en la Cámara, o están considerando votar para condenarlo en el Senado.
Existen dos nombres. Podría llamase el Partido Patriota, o Make America Great Again (MAGA), tomando prestado el lema de su campaña. Lo cierto es que Trump cuenta con la base electoral más grande de la historia de los Estados Unidos. Obtuvo en 2020 74 millones 223 mil 744 sufragios.