Una medición de fuerza se ha planteado la administración de Donald Trump con el equipo que institucionalmente se mantiene leal al venezolano Nicolás Maduro, personaje aún de representación en el país caribeño y que desde Caracas ordenó romper relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.
Nicolás Maduro, quien es considerado por una parte de la comunidad internacional como un “usurpador” y dictador en ejercicio desde el 10 de enero pasado, tiene un difícil escenario que manejar cuando un grupo de naciones, incluyendo los Estados Unidos han reconocido la legitimidad del recién juramentado presidente interino de Venezuela Juan Guaidó.
Las acciones de hecho han provocado pronunciamientos de apoyo con diferentes matices en algunos países de la región, pero el que es ahora denominado “el dictador” cuenta con el respaldo de otras naciones que lo refrendan como la autoridad legítima de Venezuela.
El tema venezolano que desde hace años atrás dejó de ser doméstico y es de incumbencia regional, con la ruptura de las relaciones con los Estados Unidos ha tenido un giro interesante, porque la administración Trump se ha planteado desoír el plazo de 72 horas que el aún Jefe de Estado concedió a la delegación diplomática para salir del país.
El hombre fuerte del Partido Socialista Unido de Venezuela y actual presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, dijo al cuerpo diplomático de EEUU en Venezuela que “si no hay relaciones diplomáticas no hay ningún tipo de prerrogativas”, luego de que el presidente, Nicolás Maduro, rompiera relaciones con el Gobierno de Donald Trump.
“A lo mejor se va la luz en ese sector, no llega el gas”, dijo Cabello en su programa transmitido por el canal estatal VTV como “cosas que pudieran ocurrir” en la Embajada de Estados Unidos en Venezuela, ubicada en el este de Caracas.
Activistas políticos pro oposición como el mediático legislador de Florida, Marcos Rubio, han colocado en visión de jaque el momento que enfrentan Venezuela y EE.UU., sobre una atmósfera de punto de honor restando espacio para cualquier tipo de conversaciones.
Diosdado Cabello dijo esperar “a ver si se impone la cordura” y el Gobierno estadounidense se da cuenta de “que lo que están cometiendo es un exabrupto terrible que va a repercutir en ellos mismos”.
Según Cabello, todas las restricciones que anuncia podrían ocurrir en la embajada de los Estados Unidos, “siempre dentro del marco de la ley”.
La apuesta de los Estados Unidos sobre Juan Guaidó es muy alta y visiblemente lanzada sobre la premisa del “todo o nada”. El secretario, Mike Pompeo, anunció que mantendrá a su personal diplomático destacado en Venezuela desoyendo así al Gobierno de Nicolás Maduro, e instó a la Fuerza Armada venezolana a protegerlos.
Pompeo dijo en un comunicado que Maduro, al que tildó de “expresidente”, “no tiene la autoridad legal para romper las relaciones con EE.UU. o para declarar a los diplomáticos estadounidenses persona ‘non grata'”.
Con el mismo tenor, Juan Guaidó, después de saber la decisión de Maduro de romper relaciones con EE.UU., dijo que mantendrá relaciones diplomáticas con Estados Unidos, contrariando la posición del líder chavista.
“El Estado de Venezuela desea firmemente que mantengan su presencia diplomática en nuestro país”, según un comunicado difundido por Guaidó en Twitter y dirigido a “todas las Embajadas presentes en Venezuela”.
Además, Guaidó instó a las misiones diplomáticas en Venezuela a “desconocer cualquier orden o disposición al respecto que contradiga el firme propósito del poder legítimo de Venezuela”, en alusión al dictamen de Maduro.