Pronunciar el discurso anual sobre el Estado de la Unión “de una manera u otra” no fue posible para el presidente Trump, quien finalmente anunció que el tradicional evento estadounidense se realizará cuando se haya reabierto el gobierno que está parcialmente paralizado.
“Haré el discurso cuando termine el cierre administrativo. No busco un lugar alternativo para el discurso sobre el Estado de la Unión porque no hay lugar que pueda competir en historia, tradición e importancia de la Cámara Baja”, anunció Trump en Twitter.
Un poco más de 24 horas antes desde el Gabinete de Trump se había conocido que “de una manera u otra el presidente se dirigirá a los ciudadanos” el 29 de enero, de acuerdo a declaraciones de Sarah Sanders, portavoz de la Casa Blanca en declaraciones a FoxNews.
“Si Nancy Pelosi elige seguir en esa dirección, el presidente continuará hablando a los estadounidenses, y estoy segura que lo hará esa noche también”, agregó la funcionaria en el momento.
El presidente de EE.UU. llegó a la decisión de aplazar el acto cuando se ha arribado al día 34 del cierre parcial administrativo que afecta a 800 mil trabajadores federales, entre ellos agencias de seguridad que prestan servicios –entre otros- a la Cámara de Representantes.
Esta decisión no puede ser vista como un triunfo de Nancy Pelosi en el duelo que sostiene con el Jefe de la Casa Blanca, ha sido más bien la imposición de las circunstancias que develaron las grietas de seguridad importantes por lo que imperó el pragmatismo.
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Con el anuncio la Administración Trump reconoció tácitamente que “una alternativa” que pasara por pronunciar el discurso de “una manera u otra”, tendría un impacto negativo en términos de poder y prefirió cancelar para poder adosar a la Cámara de Representantes, en especial a su presidenta, la ruptura de esa arraigada tradición estadounidense.
“El Estado de la Unión ha sido cancelado por Nancy Pelosi porque no quiere escuchar la verdad”, afirmó el mandatario.
Tras la confirmación de posturas también llegaron las confesiones, y es así que tras comprender que el aplazamiento del discurso era ineludible, Trump aseguró que Pelosi le había pedido que lo pronunciase “con el cierre administrativo iniciado”, pero que “después cambió de opinión por el cierre administrativo, sugiriendo una fecha posterior”.
As the Shutdown was going on, Nancy Pelosi asked me to give the State of the Union Address. I agreed. She then changed her mind because of the Shutdown, suggesting a later date. This is her prerogative – I will do the Address when the Shutdown is over. I am not looking for an….
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 24, 2019
….alternative venue for the SOTU Address because there is no venue that can compete with the history, tradition and importance of the House Chamber. I look forward to giving a “great” State of the Union Address in the near future!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 24, 2019
La narrativa de intolerancia en el seno del Estado no ha sido ejemplar. Las incidencias involucradas en la lucha de poderes han sacado halos de arrogancia y conductas impropias. La relación entre la presidenta de la Cámara de Representantes y el mandatario se ha tensado notablemente, con reproches y desplantes mutuos, como consecuencia del bloqueo político que mantiene el cierre parcial de la Administración, que supera el mes de duración, el más largo de la historia.
Tras la sugerencia de Pelosi de aplazar su tradicional discurso, que el presidente ofrece todos los años ante una sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso, Trump replicó cancelando un viaje de la líder demócrata a Afganistán.
En el medio está una sociedad que observa y absorbe estas conductas y se reflejan como un eco en tiempo real, y como ejemplo se tiene el video que se volvió viral del pasado fin de semana, que muestra a un grupo de adolescentes, muchos de ellos con la gorra con el emblema de la campaña de Trump (Make America Great Again) que aparentemente se burlan y acosan a un hombre indígena durante una marcha en Washington DC.