En 1921, la diseñadora francesa Gabrielle Chanel creó una nueva revolución más allá del guardarropa femenino, con el lanzamiento de esta fragancia, contenida en un frasco geométrico con una sencilla etiqueta en blanco y negro.
El perfumista Ernest Beaux, encargado de crear la fragancia se destacó en no reproducir ningún olor existente en la naturaleza.
El Nº5 huele a Chanel, identificable por su aroma atípico debido a una presencia importante de moléculas de síntesis, los aldehídos, que aportan frescura a las notas florales y le confieren su carácter abstracto.
La sencillez del frasco, apenas modificado a lo largo de las décadas, rompe con las presentaciones ostentosas de la época.
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«Hay que concentrarse 100% en el perfume, para nada en la presentación», decía Chanel.
Para un anuncio destinado a la prensa estadounidense en 1937, Chanel decide encarnar ella misma el Nº5. Junto a su fotografía, un texto reza: «Gabrielle Chanel es ante todo una artista de la vida. Sus vestidos, sus perfumes son creados con un perfecto instinto dramático. El Nº5 es como una música suave que ensalza una escena de amor. Desata la imaginación y deja un rastro imborrable en los recuerdos de los actores».
Durante las décadas siguientes, el cine y las actrices contribuyeron a perpetuar su aura legendaria y en la actualidad, sigue siendo uno de los perfumes más vendidos del mundo.
En la última campaña publicitaria, Marion Cotillard baila sobre la Luna, envuelta en el rey de los perfumes